Vamos a partir de una metáfora que nos ayudará a desarrollar la idea que nos acompañará a lo largo del escrito. Esta metáfora será como la piedra fundacional de los conceptos que trataremos. Estamos convencidos de que ella dirá mucho más de lo que podamos desarrollar. Nos permitirá entender de qué modo se consideran las diferencias en la sociedad, qué se hace con ellas, cómo son interpretadas, en base a qué intereses. Se trata pues, de la utilización del concepto de discapacidad relacionado con los grupos sociales marginados, excluidos y oprimidos.
Desarrollaremos la metáfora, asumiendo una posición firme y clara como punto de partida. Pensaremos y compararemos, salvando las diferencias, la cultura de la discapacidad y la colonización de América. En ambos escenarios, existen grupos de poder con intereses propios que aniquilan cualquier posibilidad de cultura de las diferencias, cualquier cultura genuina que se construya a partir del deseo y la necesidad de las personas de generar una cultura alternativa por fuera de la cultura monopolizadora, totalizadora, verticalista, impropia, externa y dictatorial con el único fin de servir a un sistema capitalista que tiene por objetivo exclusivo la rentabilidad.
Así, nos encontramos hoy frente a equipos de rehabilitación (existen políticos, instituciones, etc. En esta oportunidad solo nos ocuparemos de los equipos de rehabilitación) que representan a los grupos colonizadores, son aquellos que poseen el saber absoluto y totalitario. Personas que se han educado y por ende son civilizadas, se presentan alejadas de toda animalidad y barbarie, los cuales se posicionan como salvadores. Son los portadores de la única verdad que existe y que debe presentarse en la realidad. Del otro lado, se encuentran los invadidos, los anormales, los enfermos, los desviados, los pervertidos, las personas con discapacidad: representados por los grupos indígenas colonizados; ellos pertenecen a la barbarie, a lo que no puede ser educado y por ende deben ser salvados por otros. De esta manera, se forman dos grupos sociales: uno opresor y otro oprimido, uno libre y otro esclavo.
Esta es nuestra pedagogía, así fuimos formados, así somos, tenemos patrones colonizadores en toda nuestra estructura social porque somos herederos de esa historia y sus repeticiones.
Nos interesa mostrar, pensar, analizar, comprender y compartir esta forma de pensamiento para realmente ponernos los zapatos del otro, salir de nuestro narcisismo colonizador y pensar esta situación desde otra perspectiva. Una perspectiva que implica una verdadera empatía, con libido objetal focaliza en los oprimidos, no para juzgar y dar órdenes de cómo ser y hacer, sin cambiar el núcleo duro, sin cambiar la posición social de saber y de poder. Tomar conciencia de la opresión y salir de ella. Apuntamos a la formación de la subjetividad empoderada de las minorías, con una mirada focalizada en la conquista social.
No negamos las diferencias, negamos la discapacidad; no negamos las diferencias, negamos la naturalización peyorativa de las diferencias. Este punto abarca el núcleo duro de la temática que buscamos desarrollar y que tiene que ver con qué hacemos con las diferencias, desde dónde miramos cuando miramos. Consideramos la mirada como un objeto del orden cultural, no biológico; por esta razón, si veo a una persona con discapacidad, ella está solo en mi mirada.
La dificultad se encuentra cuando se concibe el lugar de una minoría cultural de modo peyorativo y denigrante, por supuesto, tal concepción es funcional al sistema, en nuestro caso, capitalista. Inventarán mil intelectualizaciones y justificaciones de por qué ese lugar es bueno (exceso de terapias, de cirugías, de ortopedia, de instituciones, etc) , pero detrás de esas ideas conviven intereses particulares. Lo que nos proponemos es correr el velo y demostrar que lo que hasta ahora se cree totalmente bueno no lo es realmente. Si posee su parte buena, pero también hay que mostrar su parte mala.
Si hay modelos que se tienen que caer, que se caigan, esa es nuestra función como intelectuales, denunciar las diferencias que existen entre las teorías y la realidad. No vemos en las teorías que abordan la discapacidad objetivos sociales significativos de vida. No nos enseñan cómo se sienten las personas con discapacidad y sus familias en una cultura que no les pertenece, que no los tiene en cuenta, ni les brinda las posibilidades de acceder a las cosas más básicas para su día a día como puede ser un baño, ropa, utensilios para alimentarse, etcétera. Y ya que estamos, mencionemos que tampoco poseen instrumentos musicales, juguetes, etcétera, ya que lo que podamos imaginar, las personas con discapacidad no pueden usarlo o poseen mucha dificultad para hacerlo. Son embajadores de un país que no existe.
No les enseñamos a ser sujetos de derecho. A las personas con discapacidad les enseñamos a obedecer, a querer parecerse a los otros, a sobreadaptarse, pero nunca les enseñamos a defender lo que son. No buscamos que la sociedad se adapte a ellos. No les decimos que la sociedad tiene la obligación y el deber de brindarles un espacio saludable para desarrollar su vida. El objetivo es no institucionalizarlos y aislarlos, accediendo a un facilismo social, rechazando las diferencias y creando una falsa normalidad.
Mucho más lejos nos encontramos si pensamos en el valor agregado; no tenemos objetos, menos que menos valor agregado. Y en cuanto a los pocos objetos de su cultura, como pueden ser los elementos ortopédicos, no poseen valor agregado, son feos porque son para personas con discapacidad. De igual forma, muchas veces les exigimos el imposible de insertarse en la cultura de otros, donde son fantasmas para un sistema que no los mira ni escucha. Los llamamos fantasmas porque se encuentran muertos en su deseo, en su cultura, van por la vida haciendo lo posible en una cultura ajena que no les es propia, como los fantasmas en la tierra.
Nos adelantaremos un poco mencionado que la discapacidad no existe, solo existe una diversidad humana inserta en una sociedad que no brinda respuesta a esa diversidad. Así, crea por un lado una cultura formal y reconocida y, por otro, un resto que no sabe bien qué hacer. Resuelve el problema otorgándole discapacidad a la persona para retirarla del sistema en aras de su mejor atención y calidad de vida. Por esta razón, comenzaremos por definir discapacidad como la habilitación de la salida del sistema a personas que no son funcionales al mismo.
Los que trabajamos en la temática de la discapacidad vemos día a día y año tras año cómo las personas con discapacidad son retiradas de la sociedad en instituciones donde pasan la mayor parte del día, donde no se intenta crear proyectos de vida propios dentro de la sociedad, sino que solo intentan normalizarlas, a través de teorías que dicen cómo se vive mejor, con la paradoja de que con ese mismo sistema se les quita la vida. Creemos que no hace falta mencionar que este sistema de rehabilitación es funcional a la rentabilidad de los empresarios y a una sociedad que no quiere saber nada sobre las diferencias. Las instituciones y su lugar de saber se han encargado de retirar las diferencias de la sociedad y de crear una cultura de la normalidad y su contrapunto de la anormalidad.
De esta forma existe un paradigma que crea una subjetividad pasiva, sometida, de esclavitud simbólica, de vulnerabilidad de derechos, de oprimidos. Crea un grupo poblacional minoritario frágil, débil, desintegrado, donde no les será dado el saber para que siempre se encuentren en una misma posición y nunca intenten un cambio social, ya que la diversidad no es compatible con un sistema capitalista, donde la producción a tiempos acelerados y la norma de objetos estándar son la base de la misma. Es preciso fortalecer a las personas que la sociedad define como personas con discapacidad, empoderarlas, agruparlas y ayudarlas a tomar una posición activa, que puedan elegir, cumplir sus deseos, luchar por lo que quieren y ocupar un verdadero lugar social.
Para poder generar nuevos discursos es preciso liberarnos de los pensamientos de grandeza, debemos liberarnos de la fantasía de ser entes poseedores del saber y la verdad, para poder liberarlos de la opresión y de la agresión simbólica que sufren. Debemos liberarlos de la opresión social y científica que cercena a la persona, sometiéndola a creencias científicas sobre lo que es mejor o peor. Liberarlos de la representación social deficitaria, liberarlos de la angustia de creer que son imperfectos, liberarlos de la sociedad que les exige que sean algo que no son, liberarlos de la tristeza que causa no ser como los otros, liberarlos de las cadenas significantes que hacen ver la realidad como injusta, liberarlos de un cuerpo visto como obstáculo o displacer, liberarlos de la mirada de los otros.
La persona es lo particular, lo propio, lo que lo distingue del resto, lo que no se encuentra en los libros, la persona es justamente lo contrario a lo científico, ya que la ciencia es universal y la persona es particular. No negamos la ciencia y sus aportes específicos, todo lo contrario; los tomamos y creemos que son muy importantes, pero no lo es todo, queremos sumar y enriquecer lo científico y teórico junto con la persona, con la dimensión existencial, particular e irrepetible que la define como persona única y con deseos propios; deseo que solo conoce la persona. Escuchando a las personas y agrupando sus deseos se llegará a una lucha que hay que dar y que tiene que ver con sus lugares sociales. Independizándose y liberándose de los colonizadores de la subjetividad.
A veces nos preguntamos sobre el término colonialidad, si es correcto, ya que el mismo corresponde a una irrupción sobre algo que estaba con anterioridad. En cambio, en el ámbito de la discapacidad muchas veces no aparece esta colonialidad, sino que se torna en un complejo donde aparecen procesos impeditivos de saber y de poder, regidos por un paradigma de normal-céntrico. Esto es así ya desde temprana edad cuando comienzan a asistir a terapias y objetivos rehabilitadores que solo generan una cultura de lo que los otros quieren de esa persona,
Las diferencias son inherentes a la historia de la humanidad, por lo cual han existido y existirán como parte constitutiva de la raza humana. No se pueden pensar a los seres humanos si no es a partir de las diferencias, son ellas las que permiten la posibilidad de pensar la historia de la humanidad, las culturas o simplemente una identidad propia que nos diferencia del resto. Así, observamos las diferencias entre los seres humanos como una condición inherente, necesaria y positiva.
A pesar de que las diferencias han existido a lo largo de la historia, las mismas han tenido diferentes representaciones sociales, lo cual ha llevado a que las sociedades tengan determinadas acciones por sobre ellas. De esta forma, los discursos que se desarrollan en la sociedad son los habilitantes para determinadas prácticas y acciones sobre las personas con discapacidad. Así, el discurso habilita y niega al mismo tiempo, es decir, el discurso permite y pone límites, ubica en una posición determinada a los individuos. Así es como observamos el proceso en el cual la sociedad significa la realidad, la sociedad dota de sentido las cosas en relación a sus propias necesidades.
Es la historia la que construye el camino, la que nos dice cómo funcionan las cosas, qué es bueno y qué es malo, qué es lindo y qué es feo. Por todo esto, la herencia social es la razón a través de la cual veremos el camino en el que se encuentran las personas con discapacidad y sus destinos. Si no llevamos adelante una mirada crítica del pasado, este se convierte en futuro.
El constructo histórico que se realiza sobre las personas con discapacidad genera una dictadura cognitiva que nos quita libertad de elección y ubica a las personas con discapacidad en un estado de opresión social generado por un imaginario social deficiente, enfermo y en falta.
Es por esta razón que nuestro interés consiste en generar nuevas categorías de pensamientos para obtener herramientas que brinden la posibilidad de pensar otros caminos posibles, con otros destinos.
La ciencia (actividad que nos compete en este caso) no es ajena a esta situación, ya que también toma las diferencias y hace algo con ellas. Este hacer algo con ellas es generar discursos. La ciencia es productora de discursos, los cuales luego generan un impacto en la vida individual y social de las personas y sus relaciones en la sociedad. La ciencia construye a los profesionales y estos construyen con ese saber a sus pacientes. Sobre esta construcción apuntaremos nuestra mirada, analizaremos qué tipo de personas construyen los terapeutas. No nos posicionamos en contra del paradigma actual, solo lo observamos como una tendencia reduccionista.
Llegamos al momento en el que es necesario pensar sobre los discursos científicos en relación al abordaje de personas con discapacidad. Es necesario pensar nuevamente las diferencias, para ello es preciso conocer, preguntarnos, dudar y por sobre todas las cosas sospechar de los discursos actuales. Estos, a pesar de mostrarse como perfectos y sin fisuras, esconden tras ellos intereses para determinados grupos de poder. Con esto nos referimos a que en un sistema capitalista una teoría y su modelo de abordaje debe ser fiel al sistema y a su lógica para pertenecer, de lo contrario, no es tenido en cuenta por el sistema, quedando por fuera, no por decir mentiras, sino por manifestar verdades que no son funcionales. Queremos hacer mención a las teorías que alimentan al sistema de rehabilitación tradicional mediante la institucionalización, la biologización y la individualización de la discapacidad con el solo fin de rentabilidad, y que deja por fuera las dimensiones subjetivas o sociales, las cuales son de carácter prioritario para la salud de una persona. La salud no se encuentra solo en las acciones biológicas, es decir, no se encuentra en el mero hecho de hablar o caminar, sino que se encuentra también en un proyecto de vida social en donde caminar o hablar adquiere sentido. Y si no caminan o hablan tampoco es un problema, el problema es que la vida de esa persona no se encuentre en un contexto social saludable.
A partir de esta mirada no buscamos el caos absoluto y la habilitación de prácticas impropias, sino un nuevo orden con discursos que brinden espacios de participación a las personas con discapacidad. Discursos con posibilidad de apertura, flexibles, que permitan un encuentro con el otro, que le permita a la persona con discapacidad un encuentro con la dimensión social y un proyecto de vida. Tomaremos el discurso como posibilidad de comunicación y creación de subjetividad y singularidad, la cual se complementa con la dimensión social correspondiente a la familia, el barrio, el club, la ciudad, el país, etcétera. Es preciso que ese discurso sea genuino y singular. Por esta razón, los equipos terapéuticos deben estar preparados para trabajar con competencia sobre estos discursos, y a diferencia de los discursos repetitivos, generales, donde el discurso es creado solo por los equipos profesionales y no en conjunto con las personas.
Por todo lo anterior hemos creado un espacio “Portales de Inclusión” donde realizamos terapia de psicología acompañada de talleres. En la actualidad se encuentran activos los talleres de skate, circo y música adaptados. Así nuestra posición es generar un espacio terapéutico basado en las potencialidades de la persona, colaborando con su proyecto de vida, generando inclusión social. Por lo que no solo trabajamos con encuadres tradicionales, con consultorios aislados de la vida, sino que salimos a plazas, espacios públicos, pistas de skate, encuentros en la comunidad, etc. En estos espacios siempre nos acompañan las familias compartiendo momentos hermosos.
“Nos pueden contar cómo es la verdad hoy, pero nosotros les contaremos cómo será la de mañana”.
Gustavo Paredes*
* Gustavo Paredes es Licenciado en Psicología, Universidad del salvador. Prof. de Educación Especial.
Ex docente Universidad del Salvador, Facultad de Psicología.
E-mail de contacto: tavo615@hotmail.com