Los veterinarios no utilizan Covid-19 para referirse a la infección animal, sino directamente el nombre que se le ha dado al virus, el cual es SARS-CoV-2, el que proviene del inglés Severe Acute Respiratory Syndrome (síndrome respiratorio agudo severo) coronavirus 2.
El mismo se ha detectado en diversas especies, incluyendo animales domésticos tales como perros, gatos y hurones; aquellos que residen en zoológicos o en santuarios, por ejemplo, grandes simios, felinos y otros, y también se ha documentado en criaderos de animales como visones.
Los síntomas más usuales que presentan son tos, estornudos, problemas para respirar, secreción de los ojos o de la nariz y aletargamiento.
Los registros disponibles demuestran que la susceptibilidad al contagio de los animales es realmente pequeña. Por ejemplo, el número de casos registrados en los Estados Unidos apenas araña los 300, mientras que los humanos con tal condición superan los 45 millones de infectados a octubre de 2021. Quizás la cantidad de los primeros pueda ser bastante mayor, ya que no es frecuente el testeo a los mismos, pero de todas maneras continúa siendo baja.
Los contagios se deben al contacto con las personas, en todos los ámbitos. La contraria no es frecuente, aunque posible, por lo que se aconseja que si una mascota contrae el virus, se lo trate como a una persona, es decir, utilizando los mismos protocolos. Si es el humano el enfermo, la recomendación es que alguien sano se ocupe del animal y, en caso de no poder recurrir a ello, que se evite el contagio usando tapaboca y lavándose las manos con frecuencia. Por supuesto que estar vacunado brinda una protección mucho mayor, junto con los cuidados que deben tomarse.
Algo que conspira contra saber la cifra real de infectados es que muchos de los animales contagiados son asintomáticos, otros desarrollan una enfermedad moderada y son raros los casos graves. Si bien no se sabe con certeza, no se cree que el coronavirus haya causado muertes, situación que no se ha investigado hasta el presente. Tampoco se conocen las consecuencias a largo plazo que podrían existir.
La variante delta, que está teniendo un protagonismo indeseado en varias partes del mundo, parece incrementar levemente el riesgo para animales.