Primeras consideraciones
Se sabe que la lectoescritura es la base sobre la que descansa la educación formal y la que abre importante gama de posibilidades para el desarrollo futuro de la persona y también permite moverse con independencia en los diferentes ámbitos en que se desarrolla la existencia. Prácticamente no existe espacio que esté exento de mensajes leídos, incluyendo carteles, instrucciones, señalizaciones, mensajes y más, además de libros, revistas y otros. Al mismo tiempo, la escritura realizada a mano, por medios mecánicos, informáticos y otros es una herramienta vital para la comunicación humana.
Sin dudas, la oralidad es la forma más utilizada para compartir mensajes y la que primero se aprende casi sin esfuerzo. A su vez, y más allá de la multiplicación de medios que la complementan, se trata de un paso previo para la adquisición de la lectoescritura, al menos en la forma tradicional en que se logra su dominio.
No todas las personas aprenden exactamente igual, ni en los mismos tiempos, ni de la misma forma, sino que, más allá de ciertas metodologías con ribetes universales, cada una tiene sus particularidades.
Aproximadamente un tercio de las personas portadoras de un diagnóstico correspondiente a alguno de los Trastornos del Espectro Autista no puede comunicarse a través del habla. Sin embargo, algunos estudios como el realizado por Vikram Jaswal, profesor de Psicología en la Universidad de Virginia, y su equipo indican que asumir que quien tiene serias dificultades para hablar o que directamente no utiliza esa forma de comunicación no puede adquirir la lectoescritura es un preconcepto que no siempre (más bien escasamente) se condice con la realidad.
En el artículo titulado “Literacy in nonspeaking autistic people” (“Lectoescritura en personas autistas no verbales”) publicado en febrero del corriente año, disponible en https://journals.sagepub. com/doi/10.1177/1362361 3241230709, muestran el procedimiento y el resultado de su investigación. Tras haber realizado el trabajo con 31 niños con TEA que no se comunican mediante el habla, llegan a la conclusión de que muchas personas no hablantes que portan alguna de las formas del autismo poseen habilidades básicas de lectoescritura, al tiempo que remarcan que con intervenciones adecuadas y apoyo es posible aprovechar esas capacidades para que puedan desarrollar formas sustitutivas de comunicación.
Este y otros estudios indican que la carencia de habla no es un índice confiable de incapacidad para el aprendizaje, por más que la inteligencia tenga relación con el desarrollo del lenguaje hablado como se lo concibe tradicionalmente. Es posible que algunas personas puedan desplegar una forma interna de lenguaje con la cual procesar sus pensamientos. Nuestro desconocimiento de la misma no indica que ella no exista.
Un concepto con amplia aceptación (y que no solamente debiera aplicarse a los niños con autismo) es que en la educación en general, y particularmente en la adquisición de los complejos procedimientos de la lectoescritura, los procesos de aprendizaje debieran personalizarse, centrándose en las capacidades de cada uno y no en estructuras demasiado estandarizadas, al tiempo de buscar apuntalar aquellos aspectos en los cuales se manifiestan debilidades.
Posibles abordajes
Para lograr la adquisición de la lectoescritura en niños con alguno de los TEA se hace imperativo abordar distintos aspectos, tales como reforzar la atención, mejorar la socialización, también la comunicación, la memoria, favorecer la cognición y pulir las conductas, en caso de que sea necesario, ya que es ineludible insistir en que bajo el término “autismo” se engloban realidades muy diversas.
A su vez, algunos métodos disponibles indican que se necesita que el sujeto aprendiente muestre al menos un mínimo interés en materiales gráficos y en textos escritos, que sea capaz de lograr un cierto tiempo de concentración, que presente un determinado nivel de lenguaje comprensivo que lo habilite a entender mínimamente consignas simples y alguna habilidad clasificatoria que le permita discriminar y emparejar objetos.
En general, estas personas responden mejor a los estímulos visuales que a los auditivos, lo que brinda una pista posible acerca de cómo encarar el aprendizaje en este rubro y en los demás.
Un señalamiento que se repite es que no existe un método único y universal de enseñanza que sea efectivo para todos los portadores de autismo, sino que se recomienda adoptar una metodología individualizada que tenga en mira tanto las habilidades como los intereses y las necesidades de cada uno de los niños.
Esos aspectos previos señalados se consiguen mejor y más fácilmente si se trabajan desde esa perspectiva, para luego ir introduciendo otros temas, respetando los tiempos del sujeto y la forma particular de extraer y procesar la información de cada uno, que en muchas oportunidades es muy diferente de lo que se considera el desarrollo típico.
Un dato a tener en cuenta es que muchos de estos niños son perfectamente capaces de aprender las letras e interpretar sus sonidos, pero no en todos los casos lo hacen apropiadamente, sino que algunos de ellos, en lugar de tomar la palabra entera y pronunciarla, hacen una lectura de letra por letra cuando leen en voz alta.
Otro problema habitual consiste en que algunas de estas personas se enfocan en las palabras pero no logran captar el sentido global de lo que están leyendo. Se considera que entre el 5 y el 10% de los mismos pueden leer con cierta fluidez, sin comprender lo que están realizando, así como algunos de ellos muestran cierta fascinación por números y letras, sin entender lo que leen. En contados casos entre esta población se da lo que se define como hiperlexia, que es la capacidad que muestran algunos individuos de leer a edades tempranas y sin que se les enseñe.
Asimismo, se ha comprobado que muchas de las personas diagnosticadas no comprenden siquiera cuál es la necesidad de leer y escribir, mientras que también es frecuente que no entiendan las acciones ni las intenciones de los personajes o el sentido de un texto.
Estas y otras particularidades son temas a resolver en cada niño, para lo cual debieran abandonarse ciertos preconceptos que parecen campear en la enseñanza de la lectoescritura.
El primero que se señala reside en abandonar la idea de que no puede enseñarse a leer y a escribir si el sujeto carece de lenguaje hablado. Según especialistas en la temática y constante en estudios realizados, suele ocurrir lo contrario: aquellos que acceden a la lectoescritura tienden a mejorar su oralidad.
También es usual aseverar que lo primero que debe enseñarse es el alfabeto, como si eso solucionara gran parte de los problemas. Ello parece no presentar demasiada dificultad a buena parte de los niños con autismo, por lo cual resulta de mayor importancia centrarse en otras habilidades necesarias, tales como la comprensión, el acopio de vocabulario, trabajar en los sonidos (por ejemplo, relacionar las letras escritas con sus fonaciones) y en cómo manejar lo escrito, lo que abarca desde la forma de sostener un libro a escribir el propio nombre, pasando por el reconocimiento de carteles, logos, etc.
Otro preconcepto común es la necesidad de una enseñanza estática, es decir, con un enseñante y un estudiante sentados ante una mesa trabajando en ejercicios a través de libros o tarjetas con imágenes. De esta manera se pierde la oportunidad de utilizar lo dinámico de la vida cotidiana y el entorno como fuente de aprendizaje, por ejemplo uniendo los objetos circundantes con sus nombres impresos a través de etiquetas, la escritura de las actividades realizadas o a realizar durante la jornada, la producción de listas, y más, poniendo a disposición del niño papeles, lápices y crayones u otros elementos para escribir y colorear cuando lo desee. Para muchos de estos sujetos las letras y los sonidos fuera de un contexto fáctico son demasiado abstractos y carecen de sentido, por lo cual los métodos de enseñanza tradicionales no siempre cumplen con su objetivo.
Un prejuicio también habitual consiste en que el niño solamente debe leer material apropiado durante la enseñanza, descartando otras lecturas, como la de revistas u otras fuentes no didácticas. Los intereses propios son una buena llave para iniciarlo en la lectura y en la escritura como forma de reforzar la atención, por más que la información provenga de escritos sin aspiraciones académicas, sin descartar ir ampliando la temática a medida que crece el interés, orientándola hacia otras materias y reforzando el hábito lector.
A su vez, algunos trabajos especializados indican algunas herramientas que pueden servir al propósito de enseñanza de la lectoescritura.
1) Entrenar la capacidad de asociar, que es una de las formas más importantes de enseñanza en general. Se recomienda comenzar por vinculaciones simples (objetos con colores, con formas, etc.) utilizando tarjetas u objetos del entorno, aumentando lentamente la complejidad.
2) Una vez que se obtienen los resultados esperados en el paso previo de asociar, puede pasarse a un ejercicio más complejo, la clasificación, que no es otra cosa sino agrupar objetos por su color, su forma, sus dimensiones u otras características comunes.
3) Los libros de recortes son una forma de ayuda para que los niños logren una catalogación más refinada, tomando imágenes de diversos impresos y ordenándolas según consignas. Es preferible comenzar con aquellos ítems que son de interés del individuo para luego ir sugiriendo otras temáticas. Más adelante puede intentarse utilizando el alfabeto, recolectando figuras de diferentes objetos cuyo nombre comience con cada una de las letras.
4) Leerle es también una forma de estimulación de la lectoescritura. Se sugiere comenzar por textos simples que concuerden con los intereses del niño o niña, teniendo en cuenta que a los pequeños con y sin autismo les gustan las repeticiones, por lo cual se puede ir mezclando la habitual con alguna nueva. Lo importante es hacer participar al oyente a través de preguntas sobre detalles de la lectura y comenzar con historias sencillas y comprensibles, para luego, acompañando la evolución, instar a que lea por sí mismo y también a que escriba o cuente oralmente su versión de lo leído.
Una recomendación universal es que se comience la tarea lo más tempranamente que sea posible, para que el acopio de vocabulario se inicie cuanto antes, sobre todo teniendo en cuenta que a muchos de los niños con TEA les lleva más tiempo atesorar las palabras.
Volvemos a mencionar la utilización de los apoyos visuales de distinta clase, sobre todo para aquellos individuos no verbales, ajustados a las habilidades que ellos presentan y minimizando la oralidad.
También resulta una buena idea estimular la motricidad fina apelando a que el niño comience garabateando para luego seguir con la escritura, al comienzo la de letras, a las cuales asociar con sus sonidos, lo que ayuda a que no solamente se memorice el alfabeto, sino que se establezca una relación entre grafema y fonema.
La tecnología asistiva comprende una serie de instrumentos que pueden utilizarse para estimular la lectoescritura.
En ese sentido, programas de texto a voz y viceversa, así como aplicaciones que ayudan tanto para la lectura cuanto para la escritura pueden proveer de una buena apoyatura para el desarrollo de estas habilidades, además de otros muchos disponibles, entre los cuales habrá que determinar cuál o cuáles de ellos se adaptan mejor a las características del niño o niña.
Algunos métodos de enseñanza indican que el refuerzo positivo y las recompensas son un buen camino para premiar los logros y afianzarlos.
Entre otras posibles formas, las más usuales son premiar por medio de algún elemento del gusto de los niños, sea golosinas, juguetes o cualquier otro, o la realización de actividades placenteras. Quienes se inclinan a esta manera de premiar alertan acerca de que periódicamente es necesario variar las premiaciones para que no pierdan el interés.
Palabras de cierre
Precisamente una de las características centrales de las personas portadoras de alguno de los Trastornos del Espectro Autista es sus limitaciones respecto de la comunicación, por lo cual no es recomendable utilizar los métodos tradicionales de enseñanza para la lectoescritura, la forma más importante de conexión con el resto del mundo junto con la oralidad.
Si bien ambas son interdependientes, existe un buen número de trabajos que rompe con el prejuicio de que sin lenguaje oral no hay posibilidad de desarrollar su par escrito.
Los niños con autismo poseen una forma particular de incorporar datos y de procesarlos, la cual difiere de lo que se considera lo típico, pero, a su vez, cada uno de ellos tiene sus peculiaridades en lo que refiere a tiempos de respuesta, intereses, necesidades y habilidades. En realidad, esto mismo puede predicarse de todos los alumnos, incluso de aquellos que no portan una condición diferente al promedio social, por lo cual una educación de calidad debiera respetar las singularidades de cada uno de sus educandos. En el caso de los que están diagnosticados con alguno de estos trastornos definidos por el DSM V esto se hace mucho más imperioso, debido a las dificultades sociales y de comunicación que presentan y a que muchos de ellos tienen asociados cuadros de Trastorno por Déficit de Atención con y sin Hiperactividad y otros, lo que complica todavía más la adquisición de la lectoescritura en estos niños, limitando más marcadamente su capacidad de atención, usualmente restringida a algunos pocos puntos de interés, mientras que se hace más dificultoso introducir otras temáticas.
Existen varios métodos de enseñanza para que estos sujetos puedan leer y escribir, aunque hay que reiterar que no existe uno que sea universal, es decir, aprovechable para todas y cada una de estas personas, sino que habrá que tentar unos y otros hasta dar con aquel que mejor se amolde a las características y a las posibilidades de un individuo particular.
Prácticamente todos ellos se basan en la utilización de algunas de las herramientas y procedimientos descriptos y, sobre todo, en las peculiaridades de cada persona abordadas con el respeto por las mismas.
Existen muchos mitos y malentendidos respecto de las personas con autismo. Uno de ellos es que muchas personas, aun las que manifiestan problemas en su expresión oral, no pueden acceder a la lectoescritura. Sí, pueden.