Introducción
Aunque desechado como condición independiente por la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, las asociaciones que se ocupan del Síndrome de Asperger y buena parte de los especialistas que lo diagnostican y lo tratan siguen refiriéndose al mismo como algo que, aunque tiene varios puntos en común con los Trastornos del Espectro Autista, como se lo subsumió con la edición de 2013, merece la distinción.
Lo que une y, según los redactores del DSM-V, hace que se incluya al Síndrome dentro de los TEA son los síntomas principales de las diversas formas de Autismo. Lo que diferencia está relacionado con que no suele haber compromiso intelectual en el SA. Incluso existe la creencia de que son “autistas de alto rendimiento”, con coeficiente intelectual sobre la media, lo que no es cierto en la mayor parte de los casos. Otras disimilitudes tienen que ver con el lenguaje, la forma de moverse, la mayor tardanza en conseguir un diagnóstico, cómo se interesan en las cosas y una menor dificultad para relacionarse con otros.
Aunque, como suele ocurrir, no existen estadísticas universales y precisas, las estimaciones más conservadoras explican que su prevalencia ronda 3,6 de cada millar de niños en edad escolar, siendo su frecuencia marcadamente superior en niños que en niñas, con una proporción de 4 a 1, sin que haya diferencias respecto de la situación socioeconómica de sus portadores, ni tampoco los factores étnicos inciden en su frecuencia.
Como ocurre con otras condiciones similares, se desconoce su causa, aunque ganan terreno las teorías que la sitúan en la genética.
A continuación se brindarán los signos más destacados para sospechar de que algún niño o niña puede tener rasgos compatibles con el Síndrome.
Un decálogo de síntomas
Lo primero a señalar es que si bien se hará hincapié sobre una decena de síntomas, existen muchos más y que cualquier señal de que algo no marcha como debiera es una alerta que no debe ignorarse y que amerita consultar con un profesional idóneo. Por otro lado, se toman estas entidades diagnósticas por separado para una mejor exposición, pero, como se verá, en realidad todas ellas interactúan entre sí, aunque paradójicamente no es necesario que concurra la totalidad de las mismas para que pueda establecerse un diagnóstico.
El lenguaje es uno de los aspectos a los que hay que prestarle atención. Respecto de su adquisición, parece no haber un acuerdo generalizado, ya que algunos especialistas postulan que suele haber retrasos, mientras que otros lo niegan. En lo que sí se muestran coincidentes es en que existe una falla en la pragmática, lo que refiere al respecto a los turnos, el inicio, la emisión, etc., junto con un lenguaje rebuscado.
Los trastornos de prosodia también son frecuentes, lo que se refiere a la entonación y al ritmo del habla. Ello se manifiesta de distintas maneras, por ejemplo, dando la sensación de pedantería, hablando en un tono muy agudo, haciéndolo como si fuera un robot, con monotonía y otras que remarcan, además, una cierta extravagancia del lenguaje. Tampoco es raro el mutismo selectivo referido a personas o situaciones.
Otro ítem que se encuentra alterado es el referido a la comunicación no verbal. En estas personas suelen presentarse dificultades para seguir una conversación normalmente y el contacto visual con su interlocutor puede ser pobre o casi nulo. La gesticulación, las expresiones faciales, las miradas y otros signos que suelen aportar significado resultan incomprensibles, tendiendo a quedarse con la literalidad de las expresiones verbales, salteándose estas claves vitales para la correcta comprensión de los mensajes, pese a contar con un lenguaje rico y un nivel de inteligencia dentro de lo que se considera normal.
Por su parte, la expresión emocional es extraña. Hasta no hace mucho (y parte de ello aun subsiste en la actualidad), se pensaba que no tenían esa capacidad, pero estudios más recientes han hallado que no es que carezcan de emociones y que no sean capaces de mostrarlas, sino que lo hacen de una forma distinta a la del resto de las personas. De hecho, se observa que pueden utilizar las mismas formas para mostrar diferentes estados anímicos, ya que su rango expresivo es muy limitado.
Que aquellos niños con Síndrome de Asperger pueden causar molestias en su entorno es algo que puede atestiguar cualquier persona cercana a ellos.
Suelen provocar reacciones adversas en sus interlocutores. Es frecuente que cometan diferentes clases de errores en su discurso sin darse cuenta, que acaparen la conversación, no respeten los turnos, interrumpan a los demás, no perciban el desinterés de sus oyentes, invadan el espacio personal del otro, entre otros efectos negativos. Les cuesta regular su comportamiento. En ambientes poco estructurados suelen mostrarse nerviosos, aunque muy raramente son agresivos.
Por otra parte, su discurso orientado a sus puntos de interés y con su lenguaje muy técnico puede molestar a quienes lo escuchan o están con él. También suele resultar difícil apartarlo de aquello que le interesa y es posible que se exprese frustración cuando ello sucede.
La empatía se define como un mecanismo mediante el cual el bebé se vincula con los padres y de esta manera percibe actitudes que luego atribuirá a los estados mentales de otras personas. En aquellos individuos diagnosticados con SA, esta forma de interiorizar dicha clase de aprendizaje no parece funcionar correctamente, ya que no son capaces de observar a los otros y descubrir qué es lo que piensan o lo que sienten, cuáles son sus intenciones, sus deseos, etc.
Se ha dicho que estos niños carecerían de los mecanismos de acción y reacción necesarios para poder desarrollar relaciones personales recíprocas correctamente.
Existen otras formulaciones que pregonan exactamente lo contrario, es decir, que se trata de seres hiperempáticos, por lo que esa capacidad estaría exacerbada, aunque, de todos modos, su reacción ante los estados anímicos de los demás no responderían a esa realidad, sino que serán desajustadas, escasas, poco previsibles y hasta nulas.
La interacción social es otro aspecto que se halla alterado, quizás no tanto como ocurre en los niños con TEA, pero, de todos modos, se encuentra lejos de lo que puede considerarse “normal”.
En ese sentido, no es que no les interese hacer amistades, sino que no saben cómo hacerlo, por un lado, por la falta de empatía señalada. También las falencias en la comunicación no verbal y la forma en que expresan el habla ya anotadas son hitos negativos, así como otro tanto ocurre respecto de los intereses restringidos, que acotan su participación en intercambios que no se refieran a aquellos temas de su preferencia. Es muy posible que hagan preguntas que incomoden a sus interlocutores, que se muestren algo tímidos o su contraria, es decir, que su comportamiento denote una familiaridad inapropiada.
También presentan un cierto grado de inflexibilidad, lo que se manifiesta en distintos planos.
En lo que respecta a lo cognitivo y al pensamiento, pequeños cambios en las rutinas pueden generar molestias, angustia y/o ansiedad. Su seguridad crece cuando las situaciones son las que ellos esperan o cuando son capaces de preverlas con suficiente anticipación. Ante cambios repentinos e inesperados, manifiestan dificultades para adaptarse o improvisar, y es posible que necesiten ayuda para lidiar con esas modificaciones abruptas.
Las transiciones pueden ser otra fuente de problemas, ya que en muchos casos encuentran dificultoso pasar de un contexto a otro.
La inflexibilidad se potencia cuando se hallan inmersos en una tarea que les interesa y sienten la necesidad de no abandonarla hasta completarla. Por el contrario, aquello que no les interesa, o que está lejos de sus posibilidades o aquellas labores que los aburren implican un alto grado de distracción, desinterés y hasta frustración.
Los intereses restringidos son otro aspecto a atender. Si bien toda persona tiene inclinaciones especiales hacia temas que resultan de su agrado, en aquellas con algún TEA y más en las portadoras de Asperger, se considere incluido en la categorización amplia o no, ellas son muy potentes. Pueden ser unas pocas o apenas una sola.
Con capacidad intelectual dentro de lo que se considera como normal, pueden llegar a convertirse en expertos en aquello que los atrae. Son capaces de pasar la mayor parte de su jornada abocados a esa tarea que los convoca, la que suele ser solitaria, ya que raramente implica a otros. En algunos casos, dichas tareas pueden ser repetitivas, es decir, consisten en hacer una y otra vez lo mismo.
No se trata de algo malo en sí mismo, ya que usualmente no implica daño ni para los propios sujetos ni para los demás y su realización le brinda satisfacción al individuo, siempre y cuando ello no conduzca a un aislamiento extremo y que impida que se lleven a cabo otras tareas necesarias del día a día.
Se postula que, aunque se trata de un síntoma, también puede convertirse en un punto fuerte en la vida de estos individuos, ya que ese interés puede utilizarse para facilitar los aprendizajes y, dependiendo cuál sea la utilidad social del mismo, hasta es posible que se transforme en una forma de ganarse el sustento y de cierto éxito social en la vida adulta.
Ligadas un poco a esto último, se observan las conductas rutinarias, es decir, acciones repetitivas que son muy difíciles de cambiar y que, incluso, pueden dificultar la convivencia familiar.
Aunque resultan un paquete cerrado, pueden dividirse en tres compartimientos: compulsiones, obsesiones y rutinas propiamente dichas.
Las primeras son conductas repetitivas o actos mentales de un sujeto dirigidos a la reducción o la prevención del malestar que les causan acontecimientos o sucesos, sin que exista una conexión lógica entre la realidad y lo que se siente como peligroso, irritante o amenazante. Un ejemplo típico es la necesidad de realizar cotidianamente el mismo trayecto para ir a la escuela por temor a que su alteración provoque algún daño.
Las obsesiones, por su parte, se refieren a pensamientos recurrentes y persistentes, también impulsos e imágenes que se sufren como intrusivos, peligrosos o inapropiados y que causan ansiedad o angustia, sin que exista su correlato en el mundo real. El individuo intenta bloquearlos o neutralizarlos mediante otros pensamientos o a través de actos que se repiten sin sentido aparente para un observador externo.
La rutinas propiamente dichas son los patrones de orden y repetición efectuados en forma habitual, cuya interrupción puede generar ansiedad de alta intensidad y hasta arrebatos emocionales de importancia. Se patentizan, por ejemplo, a través de movimientos rítmicos y repetitivos, cuyo aspecto positivo es que tiende a relajarlos y les brinda mayor tranquilidad en momentos o situaciones estresantes, mientras que cualquier disrupción lleva a incrementos importantes del nivel de estrés.
Otro indicador al que hay que estar atentos es a la sensibilidad a los estímulos sensoriales que los rodean, ya que la misma es diferente a la que muestra el resto de los niños. Dicha alteración se observa en dos formas por exceso (hipersensibilidad) o por defecto (hiposensibilidad).
En el primer caso, las personas tienen una sensibilidad muy aumentada respecto de lo que se considera como usual. Muchas veces se las observa tapándose los oídos ante estímulos sonoros que no son tan intensos, o existen problemas al ingresar en ambientes con una iluminación normal, o rechazan ciertas texturas en los tejidos, o la de algunas comidas, u olores corrientes les resultan desagradables, o, incluso, rechazan el contacto físico.
Parecen estar sobreexpuestos a la información sensorial, por lo que no son capaces de procesarla, lo que termina por abrumarlos y producirles efectos negativos insoportables.
Lo contrario, es decir, la sensibilidad disminuida, tiende a resultar peligrosa, ya que puede implicar escasa o nula reacción al dolor, a sonidos, a sabores que implican riesgo, etc.
De las dos formas de alteración de la forma de recibir los estímulos la más frecuente es la de la hipersensibilidad.
Conclusiones
No son los únicos signos, sino los más importantes y frecuentes a los que estar atentos.
Una cuestión a considerar es que aquellos niños que reciben el diagnóstico de Síndrome de Asperger suelen obtenerlo más tardíamente que aquellos otros con alguno de los Trastornos del Espectro Autista, ya que uno de los signos más importantes para detectar algún inconveniente en el desarrollo está referido a la adquisición del lenguaje, lo que, en general, es mucho menos frecuente entre los portadores de SA que en sus pares con Autismo.
Quizás otra marca distintiva en el SA es que se ha observado en muchos de sus portadores cierta torpeza en cuanto a los movimientos, presente desde muy temprano, lo que puede llegar a afectar hasta a la escritura manual. También que presentan una notable capacidad de memorización de datos referidos a aquello que ocupa su atención prioritariamente.
Por otro lado, como puede observarse, las características respecto de los etiquetados con Asperger y aquellos con TEA no son muy diferentes, solamente que en algunos puntos se trata de una cuestión de magnitudes, mientras que sí hay una marcada diversidad respecto de que los primeros no suelen portar discapacidad intelectual y que su vocabulario, aunque atípico y raro en su forma expresiva, es mucho más rico.
A su vez, como ya se apuntó, hay que hacer hincapié en que muchos de los aspectos señalados como signos a tener en cuenta se hallan entrelazados, afectándose unos a otros, aunque, repetimos, no es necesario que el conjunto pleno esté presente al mismo tiempo para completar un diagnóstico.
Asimismo, si bien establecer si se trata de Asperger u otra forma de afectación tiene su importancia desde varios puntos de vista, comenzando por dar certeza a la condición y terminando por la posibilidad de escoger el tratamiento adecuado, como ocurre con cualquier tipo de problemática, cuanto antes se encare el abordaje, mejores serán los resultados, teniendo en cuenta que cada persona es diferente y que el camino terapéutico a transitar debe tener en cuenta las necesidades y las peculiaridades de cada sujeto.
En un primer momento, antes de querer realizar distinciones finas acerca de si se trata de tal o cual condición, lo importante es reconocer que existe un problema del desarrollo para realizar la consulta pertinente. Después, con la participación de todos los involucrados en la medida de sus posibilidades, llegará el diagnóstico pertinente.
Te invitamos a leer nuestra edición digital
Para consultar:
– https://www.nationwidechildrens.org/conditions/aspergers-syndrome
– https://raisingchildren.net.au/guides/a-z-health-reference/asperger-s-disorder
– https://www.pharmacytimes.com/view/aspergers-syndrome-early-detection-helps
– https://mundoasperger.com/hipersensibilidad-sensorial-en-el/
– http://www.autism-help.org/signs-ages-asperger-autism.htm
– https://www.mundoaspie.es/asperger-rutinas-rituales-y-compulsiones/
– https://www.espacioautismo.com/que-es-un-interes-restringido-en-el-autismo/
– https://mundoasperger.com/la-inflexibilidad-en-el-sindrome-de/
– https://www.incn.gob.pe/2017/02/15/dificultades-para-la-interaccion-social-y-comunicacion-principales-rasgos-de-los-ninos-con-trastorno-del-espectro-autista/
– https://mundoasperger.com/empatia-y-sindrome-de-asperger/
– https://mundoasperger.com/los-autistas-si-sienten-y-manifiestan/
– https://autismodiario.com/2017/12/05/el-trastorno-del-aprendizaje-no-verbal/
– https://mundoasperger.com/afectaciones-en-el-lenguaje/
– https://www.lavanguardia.com/vivo/psicologia/20220214/8054301/senales-sindrome-asperger-nbs.html