Una de las medidas más resistidas y que les trajo más inconvenientes a quienes se desplazan en sillas de ruedas es el reemplazo de las puertas tijera de los ascensores viejos por las de tablillas, sin tener en cuenta que no deben ocupar más espacio, que ya que ello implica, en muchos casos, la imposibilidad de entrada a ellos y también impide acomodarlas en el cubículo, sobre todo porque muchos de estos aparatos son de pequeñas dimensiones.
Otro aspecto que se considera discriminatorio es el permiso para construir unidades de vivienda mínima, esto es 18 m2 sin contar el baño, en donde moverse para una persona con dificultades motrices puede resultar imposible y todavía más habitar una.
La red de subterráneos es otro punto de conflicto. De las 90 estaciones que posee, apenas la tercera parte de ellas tiene ascensores u otras formas de acceso para quienes tienen limitada su movilidad. En el caso de las que poseen escaleras mecánicas, las mismas no siempre funcionan. Eso implica que viajar en subte para dichos sujetos sea una aventura. Algo similar ocurre respecto de los trenes, tanto en el ámbito capitalino como de la Provincia de Buenos Aires. Tampoco el transporte colectivo de pasajeros está completamente adaptado.
A su vez, de los más de 3.800 semáforos instalados en intersecciones de calles en la ciudad, según información oficial, apenas algo más de 150 cuentan con adaptaciones para personas con visión reducida mediante sonido, mientras que en los espacios públicos prácticamente no existen señalizaciones en braille o con diferentes texturas en las superficies para información de dichas personas.
También existen muchas edificaciones públicas y privadas que no cumplen con la normativa nacional y local de accesibilidad, ni siquiera bajo el concepto de practibilidad, que establece, por ejemplo, que en los edificios ya construidos en que no se puedan instalar rampas u otras facilidades se hagan las mejores adaptaciones posibles para permitir la accesibilidad.
Existen demandas de asociaciones, acciones de amparo y protestas. ¿Es necesario llegar a tanto para que se cumplan los derechos básicos de las personas con discapacidad?