El inconveniente que se les presenta a quienes intentan ensayar distintos métodos de entrega en las zonas correctas del cuerpo es que este ácido se biodegrada muy rápidamente, por lo cual se hace complicado que llegue adonde se quiere enviar en condiciones óptimas de producir los efectos que se buscan.
Un grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts parece haber dado con una forma eficiente de hacer llegar a este mensajero y su carga a los pulmones.
En un artículo publicado en Advanced Materials aparecido el pasado enero bajo el título “Inhaled Nanoformulated mRNA Polyplexes for Protein Production in Lung Epithelium” se da cuenda de cómo se ha logrado enviar las instrucciones correctas hacia los pulmones utilizando el ARN.
Rápidamente los profesionales participantes convinieron que la forma más rápida y directa de enviar algo a los pulmones es a través de su inhalación, como ocurre con muchos medicamentos locales, por ejemplo, los que se utilizan para aliviar los efectos del asma.
El primer problema que se les presentó fue qué utilizar como vehículo que protegiera al ácido que se iba a enviar, en este caso, moléculas de ARN que codifican una proteína bioluminiscente denominada luciferasa, fácilmente detectable precisamente por su luminosidad.
Habían consultado estudios en los cuales se ponderaba a un polímero denominado polietilenimina, pero era demasiado resistente y tardaba en romperse para liberar la sustancia que contenía, por lo cual se hacía necesario enviar cantidades elevadas, lo que redundaba en acumulación que producía efectos secundarios más o menos serios en los animales de laboratorio a los cuales se les suministraba.
Para evitar esto, utilizaron otro tipo de polímero, uno basado en beta amino ésteres, cuya ruptura es más rápida, pero no tanto como para no llegar a destino íntegro.
Entonces congelaron el ARN inductor de la proteína luminosa reduciéndolo a un polvo ultrafino, el que mezclaron con el polímero, produciendo pequeñísimas esferas de 150 nanómetros de diámetro (un nanómetro equivale a una millonésima de metro) e hicieron que los ratones inhalaran el compuesto. 24 horas después, los pulmones de los roedores mostraban una distribución uniforme de la sustancia, apreciable, precisamente, por su luminosidad. A medida que esta se degradaba, caía su efectividad, pero volvía su efecto y se mantenía ante aspiraciones periódicas, sin que se produjeran efectos tóxicos secundarios.
Daniel Anderson, uno de los asociados a la investigación y perteneciente al laboratorio que perfeccionó el polímero que permitió el éxito del experimento, expresó: “Creemos que el suministro por inhalación de RNA mensajero puede permitirnos el tratamiento de un amplio rango de enfermedades pulmonares”. Entre ellas, a la que apuntan en lo inmediato es a la fibrosis quística, enfermedad de las glándulas mucosas y de las sudoríparas que afecta los pulmones, el páncreas, el hígado, los intestinos, los senos paranasales y los órganos sexuales, entre otros, haciendo que la mucosidad se haga extremadamente espesa y trae, entre otros, problemas respiratorios y de otro tipo muy serios, comprometiendo la sobrevida de los pacientes.
La Dra. Asha Patel, directora del trabajo, dijo que el mecanismo es muy sencillo y efectivo para el tratamiento de los pulmones: basta con que el paciente aspire las nanopartículas para que entren a las células y el ácido ribonucleico que contienen dé las instrucciones para que se produzca la proteína necesaria.
Es por ello que también se encuentran en investigación otras formas de asociar el ARN a sustancias que permitan intervenir sobre otros órganos comprometidos por genes deficientes.
Todavía queda un largo camino por recorrer, pero las expectativas que abre este trabajo son enormes, ya que en un plazo relativamente cercano no solamente la fibrosis quística (gen defectuoso: CFTR) podría ser controlada, sino que también se habla de algunas formas de cáncer debidas a mutaciones genéticas y otras muchas, tales como el déficit de alfa inmuno tripsina, el Síndrome de Kartagener y otras.