Este marco legal dispone la obligatoriedad escolar en todo el país desde la edad de cinco años hasta la finalización del nivel de la Educación Secundaria (Art.16) desde el 2016. Trece años de escolaridad que luego serán catorce con la Ley 27.045 de 2014 que convierte en obligatoria la educación inicial desde los cuatro años.
La transformación de la escuela secundaria se impone como el gran desafío educativo del nuevo milenio: una educación obligatoria, universal, de buena calidad, dentro de una sociedad compleja, sujeta a cambios permanentes, lo que plantea un contexto de profunda innovación en la ampliación de derechos sociales. Se abre así un proceso novedoso, indispensable, que supone deconstruir y repensar críticamente la nueva dimensión que la escuela secundaria cobra dentro del sistema educativo y revisar sus prácticas de enseñanza para poder modificarlas mejorarlas y potenciarlas.
Los últimos 15 años dan cuenta de un proceso en marcha, dinámico, inconcluso sobre el que bien vale reflexionar, sobre lo mucho que se ha hecho y lo mucho que aún hay que hacer. En este contexto de transformación profunda, aún hoy conviven excesos de demandas que se conjugan en intentar dar respuestas a fuertes deudas del pasado que aún tiene la escuela secundaria, siempre postergadas y nunca resueltas con nuevos desafíos y requerimientos agudizados en contextos de pandemia.
Surgen una serie de emergentes que resulta interesante desplegar:
– Obligatoriedad: implica que la amplia gama de la población que culmina educación primaria debe continuar bajo el cobijo escolar dentro de la modalidad secundaria. La obligatoriedad escolar suele identificarse con la cantidad de años o niveles que los alumnos deben permanecer en la escuela pero en realidad ésta es tan solo la dimensión temporal del cursado.
La inclusión masiva supera el mandato homogeneizador de que todos los alumnos se escolaricen y cumplan con los mismos requisitos pedagógicos y que el cursado tenga la misma implicancia o sentido en todo los aprendices del nivel secundario y abre un nuevo panorama en relación a la formación de ciudadanos, a la igualdad y acceso a los derechos, al aprendizaje pedagógico, a la formación para el trabajo o la preparación para futuros estudios y otros objetivos de vital importancia para los jóvenes.
Hablar de obligatoriedad supone un intento de equidad social, de extender la oferta para esta franja etaria que llega a la escuela media. Pero, además de arribar a esta nueva dimensión educativa, el objetivo es que los alumnos puedan sostenerse dentro de ella, por lo que el compromiso no es solo con el acceso a la educación media, sino también con la permanencia y el egreso de este colectivo social. El desafío es que todos los que ingresen, permanezcan y egresen habiendo recibido una educación de calidad.
La obligatoriedad modifica las múltiples dimensiones de la actividad educativa: la organización de las instituciones, los contenidos curriculares, los métodos de evaluación, los métodos de enseñanza, los regímenes de convivencia y de disciplina en el interior de las escuelas.
– Universalidad: la escuela media pasa a ser patrimonio de todos los sectores sociales, no solo de los sectores urbanos medios y altos para los que fue diseñada en su origen, sino que se extiende y se ofrece matriculación a aquellos que históricamente quedaron por fuera de esta propuesta educativa. A partir de ahora, no se selecciona la población estudiantil, lo que supone un espíritu de equidad social.
“La universalización no puede ser asimilada a la idea de homogeneización. El reto es interpretar las condiciones de las que se parte y diseñar un modelo institucional de escuela secundaria que atienda la diversidad e intereses de su alumnado, con propuestas educativas que se abran a las múltiples alternativas de formación, que atiendan la multiplicidad de motivaciones, expectativas y proyectos de cada uno de nuestros adolescentes y jóvenes”.
Al universalizar el nivel, todos los adolescentes del país pertenecen a la categoría “alumnos de la escuela secundaria”, independientemente de su estado civil, su nivel económico, sociocultural, sean trabajadores o deso-cupados, padres o madres, deportistas, artistas o intelectuales, muchachos/as en situación de calle, del barrio, del campo o de las grandes urbes.
La universalidad demanda atender las necesidades de todos los alumnos, particularmente las de aquellos que pertenecen a grupos poblacionales eternamente excluidos de este nivel escolar y que por primera vez acceden a la posibilidad de cursar la escuela secundaria.
Una de estas minorías es la presencia de alumnos en situación de discapacidad que han cursado la escuela primaria de nivel y ahora continúan la educación obligatoria secundaria, población históricamente vulnerada en relación a varios derechos, entre ellos el del acceso a la educación media.
Pero no se trata de sostener alumnos como sea ni a cualquier costo, mucho menos de que todos aprendan lo mismo de la misma forma y en el mismo tiempo, sino avanzar hacia la mejor manera para todos y cada uno.
– Corresponsabilidad: que se extiende desde las altas esferas concernientes al Estado y las jerarquías ministeriales que asumen la responsabilidad política de garantizar el derecho a la educación secundaria obligatoria de calidad y se ponen en marcha para soportar el impacto de las nuevas normativas hasta las instituciones educativas, sus equipos directivos, de conducción, cuerpo docente y alumnado. Reconocer el papel de cada uno de los partícipes de la escena remite a una postura ética en torno a la responsabilidad y el compromiso social de todos y de cada uno.
– Educación Especial: en consonancia con garantizar derechos a estudiantes de escuela secundaria con discapacidad la LEN se establece que la Educación Especial es una modalidad del sistema educativo y establece como objetivo de la política educativa nacional el “brindar a las personas con discapacidades, temporales o permanentes, una propuesta pedagógica que les permita el máximo desarrollo de sus posibilidades, la integración y el pleno ejercicio de sus derechos” (LEN Art. 11 Inc. n).
La definición de la Educación Especial como modalidad implica brindar a los alumnos y alumnas con discapacidad, más allá del tipo de escuela a la que asistan, una clara pertenencia a los niveles del sistema y concretar la aportación metodológica y de recursos necesaria para concretar y garantizar el derecho a la educación secundaria de los alumnos con discapacidad.
La intervención de la modalidad ha sido nodal en el acompañamiento de los alumnos y los profesores del nivel a quienes han llegado con todo su saber, su experiencia, su potencia y compromiso para acompañar las trayectorias pedagógicas de los alumnos con discapacidad en este nuevo tramo de su escolaridad. Expertiz que tiene sus antecedentes en los proyectos de integración educativa en los niveles Inicial y Primaria que ahora cobran un nuevo cariz y se efectivizan a través del aporte de los equipos de apoyo a la inclusión educativa desde la perspectiva inclusiva.
– Entre: garantizar la escolaridad secundaria de los alumnos en situación de discapacidad convoca a la modalidad especial y a la escuela de nivel a un emprendimiento totalmente novedoso, de acuerdos y corresponsabilidades interinstitucionales que las nuclea y responsabiliza en un trabajo con pocos antecedentes, que habilita a generar acuerdos con objetivos y metas compartidas. A encontrarse en una zona de fronteras, a construir una intersección posible para avanzar en un trabajo mancomunado de saberes conjuntos que redunda en beneficios para todos los alumnos, no solo para quienes portan discapacidad, al superar propuestas educativas segregacionistas y encontrarse en el pensar una ESO que genere entornos de mayor accesibilidad.
– Transversalidad: indispensable de la modalidad especial para enriquecer la labor formativa, conectar y articular los saberes de los distintos sectores de aprendizaje y dar sentido a los aprendizajes disciplinares para que toda la experiencia escolar sea una oportunidad en que los aprendizajes integren sus dimensiones cognitivas y formativas. La transversalidad de la modalidad impacta no sólo en el currículum establecido, sino que también interpela a la cultura escolar y a todos los actores que forman parte de la escuela secundaria.
El eje transversal supera los modelos de intervención rehabilitatoria individualizada del modelo médico rehabilitador en sede y se suma al proyecto de exterioridad trabajando en planta de las escuelas de nivel secundario. Sostiene las premisas del paradigma inclusivo que se orientan hacia una escuela única, sin circuitos colaterales superando las fragmentaciones y parcelamientos características de momentos anteriores.
– Paradigma: se percibe un claro predominio de anclaje en el paradigma integrador (LFE 1996) con una propuesta curricular común para el grupo clase del año en curso y las adecuaciones curriculares pertinentes para algunos alumnos en particular lo que supone que hay una mayoría que aprende dentro de “las generales” de la propuesta homogeneizadora y “otros” alumnos que necesitan una currícula diferenciada e individualizada con la mirada puesta en el alumno y no en el contexto y las barreras.
El trabajo es avanzar hacia la escuela inclusiva (LEN 2006) que contemple diversificación curricular pensada desde la Justicia Curricular que puede dimensionar el punto de partida de cada alumno, sus necesidades y los diversos modos de acceder y construir un saber.
– Instituciones: todas las escuelas secundarias de nuestro vasto territorio nacional se han conmovido e interpelado acerca del profundo cambio que implica esta ampliación de derechos. Cada una a su modo, como ha podido, ha empezado a transitar el camino de la innovación, cada una desde su punto de partida, con sus características, sus preguntas, sus tensiones, sus resistencias, sus descubrimientos. Con aciertos y yerros, porque no puede ser de otro modo.
– Diversidad: como valor humano y valor educativo es un tema a profundizar para garantizar el derecho de cada alumno a recibir una educación secundaria de calidad. Diversidad étnica, lingüística, subjetiva, cultural, de género, familiar, etc. Poder pensar que “la discapacidad”, sin desconocerla, es un aspecto de la diversidad del aula permite correr la mirada del déficit, de la enfermedad, de la falta y de todas las particulares reflexiones y sentires que circulan en la ESO que se asocian con la categoría de lo anormal para acercarse a la idea de pluralidad del alumnado, en este caso diversidad funcional.
Todos los alumnos, con o sin discapacidad, tienen la misma dignidad y derechos humanos. La diversidad se entiende como una realidad incontestable que aporta riqueza a una sociedad formada por personas que son funcionalmente diversas a lo largo de la vida.
– Profesorado: Como parte de este nuevo momento el docente de escuela secundaria oscila entre añorar, planificar y hasta enseñar para el alumno de la escuela tradicional e innovar en propuestas que consideran la diversidad del alumnado de este tercer milenio.
Si bien la mayoría del plantel docente secundario tiene formación específica en su campo disciplinar (cómo enseñar su materia) como contrapartida de esta capacitación muchos docentes manifiestan no contar con herramientas apropiadas que les permitan abordar las nuevas situaciones que irrumpen en el ámbito escolar, en particular en relación al aprendiente con discapacidad.
El colectivo docente, aún con dudas y resistencias, ya se muestra permeable a esta propuesta que concibe como audaz, compleja y por sobre todo difícil de efectivizar reclamando ser acompañados en como concretar estas propuestas en el día a día del aula. El planteo está mutando del “no puedo, no me corresponde, no se o no me formé para esto” hacia el “cómo lo hago, qué propongo, cómo evalúo, con quien lo pienso o lo diseño” lo que habla a las claras de una transformación en marcha. Una pregunta acerca de la propia praxis y de sus destinatarios, acerca de lo que se está haciendo, de cómo se lo hace, porqué y para quién, sobre el modelo de escuela que se sustenta por el paradigma desde el que se piensa y se enseña.
– Alumnado: adolescentes y jóvenes en plena consolidación identitaria, que necesitan transitar itinerarios subjetivos e intersubjetivos posibilitantes donde circule la transmisión del patrimonio social y cultural. Necesitan ser mirados como sujetos de derecho, sujetos de deseo, sujetos históricos, sociales, de aprendizaje, no tan solo como sujetos del mercado, mucho menos como sujetos “discapacitados”, como alumnos “de la especial”.
– Educación de calidad: supone un conjunto de procesos articulados que propenden a que los alumnos logren aprendizajes novedosos, produzcan conocimiento, se desarrollen como sujetos y logren convivir en un clima institucional democrático, en entramados vinculantes de socialización y subjetivación.
Se impone pensar en multiplicidad de ofertas, con propuestas totalmente novedosas que se abren hacia distintas áreas, vinculando espacios de proyecto de construcción del saber con espacios de opción personal y construcción de proyectos individuales vinculados a la vida y las expectativas de cada alumno. “El enfoque de enseñanza diversificada ofrece a los estudiantes múltiples maneras de acceder al mismo concepto y les permite usar diferentes métodos y materiales para mostrar lo que saben. La oferta universal beneficia a todos y se torna particularmente permeable para los alumnos que presentan dificultades funcionales devenidas de alguna situación de discapacidad, porque les permite interactuar con el material de diversas maneras. La propuesta consiste en presentar las asignaturas escolares de manera que todos los estudiantes puedan acceder a la información necesaria y proporcionarles diferentes formas de desplegar y demostrar sus conocimientos. Se trata de un sistema de apoyo que favorece la eliminación de barreras físicas, sensoriales, afectivas y cognitivas para el acceso, el aprendizaje y la participación de los alumnos. Esta nueva concepción de la accesibilidad es entendida como una condición imprescindible para garantizar la igualdad de oportunidades en el aula y generar mayor autonomía. En realidad es una apuesta más determinante para considerar un “entorno discapacitante” en lugar de una “persona discapacitada”. Este modelo asume que los problemas generados por la falta de accesibilidad son problemas directamente relacionados con el ejercicio de derechos y el cumplimiento de deberes y, por tanto, no son problemas que se puedan atajar mediante la mera supresión de barreras físicas cuando éstas se producen, sino que va más allá, es necesario identificar por qué se producen esas barreras, qué se puede hacer para que no se vuelvan a originar y cómo desarrollar las medidas, programas y políticas necesarias para avanzar hacia la igualdad de oportunidades de los ciudadanos en el ejercicio de derechos y cumplimiento de deberes”.
La calidad educativa es una construcción social, un compromiso posible desde la redefinición del panorama institucional. La obligatoriedad y la universalidad necesariamente suponen dar respuesta en contextos de inequidad, por lo que una oferta educativa democrática solo es posible desde una diversificación curricular que contemple y responda a escenarios plurales, inclusivos, con gran intercambio y producción desde la teoría interaccionista lo que ubica el territorio del aprendizaje y la enseñanza como una praxis que poco tiene que ver con el mandato homogeneizador, el gesto benefactor, la buena voluntad, la bondad. Cobran relevancia las trayectorias escolares, biografías escolares que dan sentido de continuidad a la escolaridad y superan la gradualidad, anualidad y simultaneidad de la escuela tradicional homogeneizadora y su sesgo selectivo que supo caracterizar la escuela secundaria tradicional.
– Pandemia: que ha condicionado los últimos dos años de cursado y que hoy se presenta con una dinámica impredecible, que estará también en el 2022 con medidas inmediatas, urgidas aún por la ruta sanitaria, que necesariamente han de ser creativas, innovadoras, ingeniosas, justas, plurales y democráticas para sostener a todos los alumnos en el vínculo y en el aprendizaje.
Si el coronavirus ha venido a modificar la vida de todos cómo no va a modificar la escuela confirmando la necesidad de cuestionar el orden, de innovar y resignificar el espacio real y simbólico donde transcurren el aprender y el enseñar, en trascender el aula tradicional para construir un nuevo espacio amplio y plural que cobije adolescencias y garantice su derecho a la educación.
La pandemia obliga a revisitar, revalorizar y actualizar el contrato fundacional de la escuela, a deconstruir supuestos pedagógicos y sostener una mirada crítica hacia la didáctica tradicional sobre todo al considerar alumnos en situación de discapacidad.
– Posible hoja de ruta: este momento que se abre, tras 15 años de avanzar en el tema, como una singular oportunidad de revisar todo aquello que acontece en el seno de la institución educativa: las formas de enseñar, los programas y contenidos educativos, los vínculos cotidianos que se establecen en el escenario escolar, la comunicación, la dinámica del poder que subyace en toda institución, el respeto por uno mismo y por el otro, por sus intereses, capacidades y dificultades, el orden instituido, sus normas y disciplinas.
Pensar el aula inclusiva dentro de un proceso mayorante como es la cultura inclusiva nos acerca al concepto de derecho a una educación de calidad acorde a las necesidades educativas de cada alumno que se plantea en la LEN.
Hoy el meollo se centra en generar accesibilidad, que no pasa solo por la virtualidad o la presencialidad, sino por la propuesta pedagógica flexibilizada, didactizada y contextualizada a través de formas no tradicionales de producción pedagógica donde haya cabida para todos, sobre todo para aquellos que vieron vulnerados sus derechos.
Se impone correr la mirada del alumno como único responsable de los resultados, agudizar la mirada en contexto para ubicar las barreras, por sobre todo las ideológicas y pedagógicas, que obturan la participación y aprendizaje. Se impone despatologizar el aula secundaria, universalizarla.
Quizás, entre las nuevas cláusulas contractuales de corresponsabilidad a tejer entre la sociedad y la escuela secundaria se puedan sumar nuevas coordenadas:
• Educación para Todos, Unesco. Paradigma crítico, socioconstructivo, ecológico contextual. Constructivismo Dialéctico.
• Justicia social, curricular y cognitiva: curriculum único, general y universal.
• Diversificación Curricular: respeta el derecho a una oferta educativa acorde a las necesidades de cada alumno, tiempos y modos de aprender.
• Múltiples formas donde todos acceden, todos se benefician con formatos variados y diversificados. Didáctica como el arte de enseñar e intervenir en los procesos de enseñanza aprendizaje. Enseñanza multinivel: un agrupamiento que aprende junto, aprendizaje significativo, colectivo y personalizado.
• Configuraciones y Redes de Apoyo como buenas prácticas inclusivas generalizadas.
• Transposición didáctica: saberes didactizados como garantía de accesibilidad. Acompañamiento activo en la construcción del saber. Secuencia didáctica: orden espiralado, construcción abierta, articulada.
• Problemas de enseñanza como prioridad. Aprender a aprender. Aprendizaje significativo, colectivo y personalizado.
• Tiempos de aprender, tiempos lógicos, subjetivos. Trayectorias escolares que contemplan vicisitudes y recorridos singulares.
• Pero no se trata de sostener alumnos como sea ni a cualquier costo, mucho menos de que todos aprendan lo mismo de la misma forma y en el mismo tiempo, sino avanzar hacia la mejor manera para todos y cada uno. Evaluación formativa. Autoevaluación, Coevaluación.
Necesitamos construir una escuela media que pueda presentarse como agente de inclusión y sepa dar respuesta a las necesidades de sus alumnos acorde a los nuevos contextos socioculturales y a los urgentes tiempos que corren. Tamaña tarea requiere de un fuerte compromiso individual y grupal, que se despliega en el amplio entramado de la corresponsabilidad que se teje entre el Estado, la institución educativa, el docente, el alumno, la familia y la comunidad.
Los jóvenes necesitan propuestas inclusivas que generen pertenencia y capacitación, para poder sostenerse ante la urgencia del presente y la inminencia del futuro.
Es su derecho y nuestra obligación.
María José Borsani*
* María José Borsani es Maestra Especializada en Educación Diferencial, Terapista Ocupacional (U.N.R.), escritora.
Contacto: borsanimj2013@gmail.com
Página web: www.mariajoseborsani.com.ar
Instagram: @mjborsani
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Nota: Los puntos planteados en este escrito serán desplegados por la autora en el Seminario-Taller organizado por El Cisne: “Escuela secundaria obligatoria e inclusiva”, a realizarse los días 7 y 8 de septiembre de 2022.
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