Esta forma de epilepsia se presentó a los tres años de vida, tras un desarrollo normal, pero a partir de entonces, la vida cambió totalmente, produciéndose no solamente retrasos, sino que, como en varias de estas convulsiones perdía la conciencia, ello suponía vivir en un riesgo de daño constante. Y además él no podía participar prácticamente de ninguna actividad, ya que estas descargas motrices incontroladas que se provocan en el cerebro impedían que pudiera involucrarse con otros en casi cualquier tarea o quehacer.
Si bien es cierto que estas técnicas de implante cerebral con pequeñas descargas eléctricas para contrarrestar las que se provocan en el cerebro llevan un tiempo en el mercado de la salud, las mismas presentan inconvenientes. La principal es que la batería y su comando se instalan en el pecho, mientras que los electrodos se insertan en la masa encefálica a través de finos cables que los conectan a través del cuerpo, con lo cual el crecimiento de los pacientes implica un problema. La otra es que no todos poseen baterías recargables, por lo cual cada 3 a 5 años es necesario reemplazarlas vía quirúrgica e incluso las que pueden reabastecerse tienen un procedimiento complicado.
En el caso de Oran, es el primer sistema que se coloca en el tálamo, que controla los impulsos eléctricos del cerebro, que puede cargarse inalámbricamente mediante unos auriculares especiales en solamente 30 minutos.
El caso es que las convulsiones de Oran han disminuido en un 80%, permitiéndole realizar actividades que antes estaban vedadas, como cabalgar, una de sus pasiones. Hace más de ocho meses que el sistema funciona a la perfección.
Parte de un programa de investigación, se espera conocer más resultados positivos del resto de los participantes para que este pequeño aparato pueda utilizarse en aquellas formas de epilepsia que son refractarias a los tratamientos tradicionales.