El lenguaje es un sistema complejo de signos, tanto orales como escritos, que existe, con una función predominante, por y para la comunicación humana. Se constituye como un sistema de representación y simbolización, estructurante del pensamiento, de la conducta y del comportamiento social. El lenguaje se desarrolla de una manera natural mediante el intercambio con el medio social que rodea a los niños y niñas, es decir, desde la interacción y mediante una adaptación recíproca de los individuos implicados. Es una habilidad que, en situaciones típicas, se desarrolla de manera incidental y no requiere esfuerzos por parte quien lo aprende.
Hay quienes que comienzan a hablar a muy temprana edad, otros que lo hacen un poco más tarde, y unos cuantos que por diversos motivos no llegan a desarrollarlo. Son estos últimos dos grupos quienes asombran o inquietan a sus cuidadores.
Para que el desarrollo del lenguaje se lleve a cabo, es necesario que el niño o la niña cuente con condiciones neurobiológicas específicas para el desarrollo del mismo, capacidades cognitivas y motoras determinadas, como así también con un ambiente enriquecedor de experiencias y un medio social estimulante. El desarrollo del lenguaje entonces dependerá de un adecuado equilibrio entre los factores antes mencionados.
Quienes crecen en un ambiente lleno de estímulos lingüísticos, ya sea por tener hermanos mayores, o porque sus cuidadores les han hablado aún antes de que puedan comprender el sentido de las palabras, aprenden a hablar más fácil y rápidamente que otros. En este caso, la influencia del medio en el desarrollo del lenguaje cumple un papel fundamental. La afectividad, el sostén emocional, los niveles de vocabulario del medio impactan en el desarrollo lingüístico, donde la imitación y el juego tienen un papel fundamental: el niño o niña participa activamente de la interacción afectiva y mediante el feedback con su cuidador logra comprender y apropiarse progresivamente del sistema lingüístico.
Un retraso en el desarrollo del lenguaje puede deberse a diversos motivos: raramente la causa es unívoca. Uno de ellos puede ser generado por un medio ambiente poco estimulante, en el que las madres, padres o cuidadores no suelen estimular adecuadamente la adquisición del lenguaje y el desarrollo del habla de sus hijos e hijas. En este caso, si no existen estímulos externos o si los mismos son insuficientes, el desarrollo del lenguaje puede verse afectado. Es necesario tener en cuenta las variables de cantidad y calidad (afectiva y lingüística) para caracterizar estos estímulos, como así también el momento de presentación en el desarrollo del niño o de la niña, donde el período crítico para el desarrollo del lenguaje dado por la neuroplasticidad cerebral resulta fundamental. Es muy importante que el infante se sienta emocionalmente seguro y estimulado por el ambiente familiar que lo rodea, ya que esto cumple una función relevante en el desarrollo del lenguaje. A su vez, es importante mencionar que un retraso en el desarrollo del lenguaje modifica de manera sustancial la interacción con su ambiente, incluso pudiendo generar una retroalimentación negativa: como niño o niña no habla, los adultos que lo rodean generan menos situaciones de interacción y por ende una hipoestimulación de las habilidades antes mencionadas. Por otro lado, dentro de las causas endógenas se pueden mencionar déficits lingüísticos de origen neurobiológico, o como manifestación dentro de otros trastornos instrumentales, cognitivos o sociales.
Para poder determinar un retraso en el desarrollo del lenguaje y poder brindar los apoyos y sugerencias apropiadas, es necesario contar con un detallado conocimiento acerca del desarrollo típico del lenguaje y las etapas a lo largo de la maduración de la niña o niño. Cada una de estas etapas va marcando el surgimiento de cualidades fonéticas, morfosintácticas, semánticas y pragmáticas a medida que el infante crece, tal como se describen a continuación. Estas etapas se denominan: etapa pre-lingüística y etapa lingüística.
Etapa pre-lingüística
Se la denomina también como etapa pre-verbal, comprende los primeros 12 meses de edad aproximadamente dentro del desarrollo típico. El lenguaje se comienza a desarrollar mucho antes de que se comienza a hablar. Esta etapa se caracteriza por el desarrollo de habilidades comunicativas pre-verbales que construyen las bases para la aparición posterior de las primeras palabras. Durante esta etapa la expresión del niño o niña se manifiesta a través de producciones buco-fonatorias, que progresivamente adquieren diferenciación y mayor valor comunicativo.
La comunicación que establece el niño o niña con su medio en esta etapa es especialmente afectivo y gestual, y se sugiere que la palabra siempre acompañe el gesto y las actividades que realiza su entorno.
La etapa pre-lingüística o pre-verbal tiene un valor relevante y trascendental en la configuración de las bases del desarrollo lingüístico, puesto que tanto las expresiones vocales (sonidos o grupo de sonidos de simple significación) como las expresiones verbales (sonidos, grupo de sonidos, palabras aisladas, etc.) influyen de modo determinante en el desarrollo posterior de la comunicación lingüística. A su vez, es importante mencionar diferentes marcadores comunicativos y sociales importantes que se desarrollan durante esta etapa, como la aparición de la sonrisa social, el contacto visual, el inicio de las proto conversaciones (fundamental para el desarrollo posterior de turnos de habla), el desarrollo de la atención conjunta, la aparición de gestos tanto proto-imperativos y proto-declarativos, y el desarrollo de la imitación.
Esta etapa a su vez puede dividirse en diferentes estadios con características particulares que van de acuerdo con la secuencia cronológica del desarrollo integral del niño o niña:
• 0 a 3 meses: el bebé llora, emite sonidos guturales y comienza a desarrollar el contacto visual progresivamente sostenido. Su conducta y vocalizaciones varían ante la presencia de personas familiares, como indicadores de comunicación afectiva con las personas encargadas de su cuidado. Se tranquiliza ante una voz familiar y comienza a aparecer la sonrisa social.
• 3 a 6 meses: escucha con mayor atención a las voces y comienza a voltear su cabeza hacia el lugar donde proviene la voz del hablante, buscándolo. Comienzan las proto conversaciones, mediante las cuales el niño o niña oye cuando su cuidador le habla y balbucea cuando su cuidador lo escucha; a su vez para de llorar cuando le hablan.
• 6 a 9 meses: la sonrisa es más selectiva y se vuelve más animado con gente familiar. Se enriquecen las vocalizaciones, produciendo sílabas como /ba/, /ma/, que luego comenzarán a duplicarse /baba/. Se desarrollan habilidades de atención conjunta, como la capacidad de compartir el interés por una actividad u objeto con otro. Comienza a aparecer el temor por la separación con su figura de apego. Reconoce su nombre y los nombres de personas familiares.
• 9 a 12 meses: el niño o niña logra progresivamente un mayor control de su musculatura orofacial, comprende las negaciones y aparecen los primeros gestos de señalamiento. Presenta un vocabulario receptivo de ciertos objetos familiares, pudiendo entregarlos ante requerimientos verbales y comprende algunas preguntas simples. Aparecen las primeras palabras como /mamá/ y /papá/ y comienza a usarlas para el llamado, como así también la jerga mediante diferentes vocalizaciones.
Etapa lingüística
Durante esta etapa aparecen las primeras palabras y oraciones con propósito de comunicación. Sin embargo, no se puede decir con precisión cuándo comienza, cuándo se puede hablar de la “primera palabra” ya que esa información la brindan los padres, pero se estipula de una manera práctica. En la etapa lingüística los niños y niñas pasan por diferentes emisiones fónicas del período prelingüístico a la adquisición de fonemas propiamente dichos, perfeccionándose también el aspecto semántico y sintáctico de las palabras a medida que el infante crece.
Dentro del período lingüístico se consideran las siguientes sub-etapas, en edades tempranas:
• 12 a 15 meses: comienza a demostrar un uso funcional de los objetos durante el juego, logra resolver instrucciones simples, y comprende progresivamente nuevas palabras. Dice 8 o 10 palabras espontáneamente y nombra los objetos frecuentemente. Combina la jerga con palabras conocidas.
• 15 a 18 meses: comienza el desarrollo del juego simbólico, y logra llevar a cabo más de un requerimiento con un objeto. Logra producir alrededor de 15 palabras con sentido.
• 18 a 24 meses: aumenta el desarrollo de vocabulario receptivo, comprendiendo nuevos comandos. Usa dos palabras como frase regularmente.
Luego el niño progresivamente desarrolla de manera exponencial nuevo vocabulario y comienza a utilizar y comprender frases de mayor complejidad, tanto en significado como en estructura.
En síntesis, en el desarrollo del lenguaje intervienen muchos factores, todos ellos estrechamente ligados al desarrollo integral de los niños y niñas.
Planos del lenguaje
Al hablar de desarrollo del lenguaje, es importante, a su vez, diferenciar los distintos planos del lenguaje que lo componen, como los son el plano fonético-fonológico, morfo-sintáctico, semántico y pragmático. Todos ellos tienen un desarrollo de manera simultánea y están íntimamente relacionados.
El plano fonético-fonológico se refiere a la adquisición y desarrollo de los fonemas del habla, y sus diferentes combinaciones para formar palabras.
En cuanto plano morfo-sintáctico, es la parte de la gramática que integra la morfología y la sintaxis. La morfología se ocupa de la estructura de las palabras, sus flexiones y modificadores, mientras que la sintaxis enseña a coordinar y unir las palabras para formar las oraciones y expresar los conceptos. Implica un conjunto de reglas y elementos que varían según el idioma.
En relación al plano semántico, se refiere esencialmente al significado o contenido de las palabras. Involucra la construcción del léxico o vocabulario, como así también el significado de frases y narraciones, para luego desarrollar una construcción de significado inferencial. Implica aprender a asociar correctamente secuencias de sonidos (significantes) a sus significados.
El plano pragmático corresponde al estudio del uso social del lenguaje. Se interesa por analizar cómo los hablantes producen e interpretan enunciados en contextos comunicativos diversos, teniendo en cuenta a su vez la información paralingüística, como la prosodia y la comunicación no verbal.
Tanto el plano fonético-fonológico como el morfo-sintáctico tienen un período crítico de aprendizaje, siendo importante su adquisición, previo a los 7 años de edad aproximadamente. El plano semántico y pragmático se desarrollan a lo largo de toda la vida.
Trastornos del desarrollo del lenguaje
Los trastornos del desarrollo del lenguaje infantil son frecuentes en la infancia. Las dificultades en el lenguaje pueden manifestarse como una dificultad primaria, es decir, que el lenguaje se ve afectado de manera predominante, o secundaria a otras funciones, como la audición, la capacidad intelectual o trastornos neuromotores.
Dentro de la última y quinta edición del manual diagnóstico de los trastornos mentales (DSM V), cuyos criterios diagnósticos sirven como guía para identificar los síntomas más importantes que deberían examinarse para establecer un diagnóstico adecuado, los trastornos del lenguaje se ubican dentro de la categoría de trastornos de la comunicación. Dicha categoría contempla: el trastorno del lenguaje, el trastorno fonológico, el trastorno de la fluidez de inicio en la infancia, el trastorno de la comunicación social (pragmático) y el trastorno de la comunicación no especificado.
Según el DSM V, se define al trastorno del lenguaje como: “dificultades persistentes en la adquisición y uso del lenguaje en todas sus modalidades (hablado, escrito, lenguaje de signos u otro) debido a deficiencias de la comprensión o la producción que incluye: el vocabulario reducido (conocimiento y uso de palabras); una estructura gramatical limitada (capacidad para situar las palabras y las terminaciones de palabras juntas para formar frases basándose en reglas gramaticales y morfológicas); un deterioro del discurso (capacidad para usar vocabulario y conectar frases para explicar o describir un tema o una serie de sucesos o tener una conversación)”. A su vez, las capacidades de lenguaje están notablemente por debajo de lo esperado para la edad, lo que produce limitaciones funcionales en la comunicación eficaz, la participación social, los logros académicos o el desempeño laboral, de forma individual o en cualquier combinación; el inicio de los síntomas se produce en las primeras fases del período de desarrollo y las dificultades no se pueden atribuir a un deterioro sensorial, disfunción motora o a otra afección médica, neurológica o del desarrollo; es decir que la dificultad en el lenguaje es primaria.
En esta nueva clasificación, tanto el trastorno fonológico (dificultad persistente en la producción fonológica que interfiere con la inteligibilidad del habla) como el trastorno pragmático (dificultades persistentes en el uso social de la comunicación verbal y no verbal), son definidos como entidades diferenciadas.
A su vez, es importante mencionar la entidad de “retraso simple del lenguaje”, entendida como una demora temporal en la aparición o el desarrollo de los niveles del lenguaje, sin que existan causas patológicas que lo justifiquen. Las dificultades se refieren a la ausencia del lenguaje expresivo, a la aparición tardía del mismo o a la permanencia de patrones lingüísticos pertenecientes a un estadio evolutivo anterior a su edad cronológica. Los niños y niñas que presentan un retraso simple del lenguaje suelen presentar una comprensión verbal más conservada que la expresión y suelen compensar las dificultades mencionadas con el uso de gestos. Generalmente, el retraso simple del lenguaje evoluciona hacia el desarrollo del lenguaje típico; siendo éste el marcador lingüístico que lo distingue de las demás clasificaciones.
Rapin y Allen han clasificado a los anteriormente denominados trastornos específicos del lenguaje (TEL), de una manera práctica, en tres grandes categorías según sus síntomas lingüísticos prevalentes. Por un lado, describen los trastornos expresivos, donde se encuentran la dispraxia verbal, en la cual se afecta predominantemente la fluencia, la programación y la coordinación de los sonidos del habla, y el trastorno de la programación fonológica, donde se evidencia fluencia, pero gran compromiso de la inteligibilidad del habla. En la subclasificación de trastornos mixtos, describen el trastorno fonológico sintáctico, donde se evidencian fallas en la organización morfosintáctica y en la fluencia, y la agnosia auditivo verbal, caracterizada por una afectación severa de la comprensión verbal y presencia de ecolalias. En los trastornos de procesamiento y formulación se describen el déficit semántico pragmático, donde la forma del lenguaje suele estar conservada, pero se altera la comprensión y el uso del mismo, y el déficit léxico sintáctico, el cual evidencia fallas en la evocación y acceso al léxico, y una estructura sintáctica simple y limitada.
Desarrollo del lenguaje y la comunicación en el contexto actual
Como se ha mencionado anteriormente, el lenguaje se desarrolla en interacción con el ambiente, y debido al período crítico para su desarrollo gracias a la plasticidad cerebral, es importante que los niños y niñas puedan contar con entornos estimulantes a edades tempranas. En relación a esto último, existen diferentes investigaciones que relacionan el uso de dispositivos electrónicos con desafíos en el desarrollo del lenguaje y la comunicación, como así también con otras alteraciones en el desarrollo, como el sueño, alteraciones visuales y posturales, disminuyendo la capacidad de concentración y atención, sin dejar de mencionar que también favorece el sedentarismo. Es común ver a niños, niñas y jóvenes realizar una actividad (caminar, comer, etc.) mirando una pantalla, esto los desconecta de lo que están realizando sin prestar atención y sin hacer interacción con el otro que está a su lado. Existen numerosos estudios que relacionan el uso de dispositivos electrónicos con disminución en la calidad de las interacciones, reducción del desarrollo de actividades enriquecedoras que realizan aportes cualitativos muy ricos al desarrollo de los niños y niñas, y disminución de la creatividad. Por este motivo debemos ofrecerles a los niños y niñas más tiempo de juegos sin pantalla, más tiempo compartido para jugar, hablar, mirarse, escucharse en familia y amigos ya que aprenden de la interacción con el otro.
En términos generales, la Asociación Argentina de Pediatría desaconseja el uso de dispositivos electrónicos en menores de 18 meses, y el uso limitado en niños y niñas de 2 a 5 años, contemplando entre media hora y una hora diaria de uso.
En el contexto de pandemia de Covid 19, esta variable cobra especial relevancia ya que muchos niños y niñas vieron aumentados sus períodos de exposición a pantallas y dispositivos electrónicos, y esto resulta importante también en aquellos quienes presentan desafíos en el desarrollo del lenguaje y/o la comunicación. Las pantallas cobraron un lugar fundamental, ya que son lo que hoy permite tener encuentros con varios familiares y seres queridos, y hasta incluso es la modalidad escolar actual de muchos niños, niñas y jóvenes. Dado el contexto actual, sucede que los tiempos de exposición han aumentado en relación a su uso habitual. En este sentido, la Sociedad Argentina de Pediatría recomienda dar prioridades y continuar regulando el uso de dichos dispositivos, tanto en su contenido como el tiempo de implementación.
Algunas recomendaciones a tener en cuenta
Por lo anteriormente mencionado en este artículo, es importante tener en cuenta la variabilidad de factores que intervienen en el desarrollo adecuado del lenguaje y poder hacer una consulta a edades tempranas ante cualquier inquietud, para poder ayudar a los niños y niñas a expresarse, comprender, organizar su pensamiento y explorar el mundo a través del lenguaje. Es importante la consulta temprana con un profesional fonoaudiólogo para realizar una evaluación y en el caso de ser necesario iniciar una intervención temprana para poder aprovechar los periodos críticos para el desarrollo del lenguaje dados por la neuro plasticidad y a su vez tratar de disminuir el impacto negativo en otras áreas relacionadas al lenguaje, como el aprendizaje escolar, la conducta y la socialización con pares y adultos.
A su vez, resulta fundamental, sobre todo en esta época de pandemia mundial, donde los niños y niñas no tienen tanto contacto con sus pares, estimular el lenguaje en el hogar y seguir las siguientes pautas: hablarle al niño o niña, verbalizando las acciones de la vida diaria y durante el juego, realizando actividades conjuntas y aprovechando los momentos de interacción. Es importante hablarle de las personas conocidas, de los objetos y de las acciones que se realizan. Es propicio hablar de manera clara, precisa, despacio y tratando de mirar a la cara, utilizando las palabras adecuadas para su edad. Si el niño habla, comenzar a expandir sintácticamente sus emisiones, haciéndolas más largas, y a su vez realizar una expansión semántica de significado, añadiendo palabras y conceptos. Se sugiere evitar corregir al niño en sus producciones pero sí en cambio, brindar el modelo correcto, siempre priorizando el intercambio comunicativo y el contenido de la interacción por sobre la forma de decirlo. Y por último tratar de reducir el tiempo en pantallas y dispositivos electrónicos fuera de lo que sea modalidad escolar.
Karina Miranda*
Mariana Tissoni**
* Karina Miranda es Lic. en fonoaudiología. Fonoaudióloga del Equipo Construyendo SRL. Becaria adscripta honoraria, Hospital Dr. Ignacio Pirovano. Ayudante de cátedra ad honorem de la licenciatura en fonoaudiología UBA. E-mail de contacto: karinafgia@gmail. com
** Mariana Tissoni es Fonoaudióloga. Directora y fonoaudióloga del Equipo Construyendo SRL. E-mail de contacto: marianatissoni@yahoo.com.ar / construyendo_hoy@yahoo.com.ar