Científicos pertenecientes a la Clínica Mayo y la Universidad de Yale, ambas instituciones de los EE.UU., tomaron células epiteliales de personas con autismo y las manipularon genéticamente para que constituyeran un órgano similar al cerebro, reproduciendo el desarrollo del mismo y observando su evolución, examinando 664.272 neuronas individualmente en tres momentos diferentes del proceso. Para comprender aproximadamente la escala mínima con que se trabaja, hay que tener en cuenta que el cerebro humano alberga más de 1.000 millones de estas células.
En el trabajo publicado en Nature Neuroscience (https://www.nature.com/articles/s41593-023-01399-0), indican la posibilidad de que el autismo sea el producto al desbalance de ciertas neuronas corticales ubicadas en la parte anterior del cerebro, lo que se debería a las disfunciones observadas en ciertos genes que se conocen como factores de transcripción, de suma importancia en el desarrollo de las células en las etapas iniciales de la formación del cerebro.
El Dr. Alexej Abyzov, un investigación en Genómica de la mencionada clínica y uno de los autores principales, afirmó: “Esta tecnología de los organoides nos permitió recrear la alteración del desarrollo que ocurre en los pacientes mientras todavía están en el útero, que es cuando creemos que los Trastornos del Espectro Autista se originan”.
En caso de confirmarse los resultados obtenidos por el grupo en el futuro, abrirán toda una nueva vía respecto de la investigación referida al autismo, dado que ello permitiría escudriñar el por qué y el cómo la función alterada de esos genes da como resultado el trastorno, además de habilitar el desarrollo de formas de detección más tempranas y eventualmente, develado el misterio del origen, poder intervenir para su corrección (o, al menos, en su prevención), meta que por el momento aparece muy lejana, aunque no imposible.