La capacidad de comunicar mensajes complejos es una de las características más importantes de los seres humanos. Es por ello que sus alteraciones preocupan sobremanera a los investigadores, produciendo grandes cantidades de investigaciones que buscan dar cuenta de los problemas, sus particularidades y las posibles soluciones a las diferentes afecciones que tienen la capacidad de entorpecer y hasta interrumpir las habilidades comunicativas de las personas.
El denominado Trastorno Específico del Lenguaje es una de las más importantes, ya que los estudios aceptan que, como promedio, afecta al 7,4% (algunos trabajos ponen la cifra por encima del 8%) de los niños en edad escolar, cuyas consecuencias persisten a lo largo de toda la vida, por lo que no debe ser ignorado.
Si bien existen algunas discrepancias en cuanto a qué abarca su nombre, se acepta que se trata de un desorden en el desarrollo del lenguaje que afecta al lenguaje hablado y/o leído en sus fases expresiva y comprensiva, en sujetos con una inteligencia que se halla dentro de los parámetros considerados normales, sin compromiso auditivo ni de las habilidades motrices del habla, ni como efecto secundario de algún síndrome u otra condición patológica capaz de alterar el lenguaje.
Respecto de los sexos, pese a que se considera que existe una mayor expresión de casos en el masculino, los investigadores no se ponen de acuerdo respecto de la proporción, dado que existen divergencias que abarcan un rango extenso, que va desde 1,3 a 1 hasta casi 6 a 1.
El origen de los TEL es incierto, aunque existen sospechas que lo atribuyen a factores genéticos y ambientales.
Así, se postula que se producen alteraciones en el desarrollo del cerebro que afectan la morfología cortical y subcortical en diferentes regiones, al tiempo que ocurre otro tanto con las conexiones de la materia blanca que ayudan a la adquisición del lenguaje, el aprendizaje y la memoria.
También se ha señalado que es muy frecuente que los niños que portan este trastorno tengan antecedentes familiares (en la familia extensa) en el mismo sentido de al menos de uno de sus integrantes. Varios trabajos de investigación señalan que el número se ubica entre el 50 y el 70% de los portadores. El caso más emblemático es el de los mellizos. Aquellos monocigóticos, es decir, el par que se desarrolla a partir de un único óvulo, presentan una concordancia de TEL del 72%, mientras que en los dicigóticos (aquellos que se producen por la fecundación de dos óvulos) casi la mitad concuerda (49%).
Otros trabajos han señalado que algunos genes mutados, como el FOXP2, asociado con problemas severos del lenguaje podrían intervenir en la producción de los TEL. Asimismo, alteraciones en distintos lugares de los cromosomas 13, 16 y 19 también reciben sospechas de ser la causa genética de esta clase de trastornos.
En lo que concierne a los factores ambientales, entre los estudiosos de la temática circula la posibilidad de que algunos eventos pre, peri y posnatales contribuyan a que se produzca.
Los consumos de ciertas sustancias durante el embarazo (cocaína y otras drogas) se han señalado como factores facilitadores.
A su vez, el bajo peso al nacer (por debajo de los 2,500 kg) y los malos resultados en la prueba Apgar suelen indicar una mayor tendencia a portar TEL. La prueba Apgar, que lleva el nombre de la médica que la realizó y demostró su utilidad, es un test corriente en los nacimientos desde 1952 y que consiste en observar ciertos parámetros (esfuerzo respiratorio, frecuencia cardíaca, tono muscular, reflejos y coloración de la piel) al minuto y a los cinco tras el nacimiento, que permite medir el estado del neonato y su evolución, para determinar la necesidad de intervenciones inmediatas o no, según la condición que presente el recién nacido.
También se ha asociado su aparición a cuestiones tales como el inicio tardío del seguimiento del embarazo, el acortamiento del tiempo de contacto con la madre y otras cuestiones, como, por ejemplo, la baja estimulación como posibles desencadenantes. También la presencia de enfermedades como la displasia broncopulmonar y otras se ha reputado como posible causa o desencadenante.
La velocidad del procesamiento de las señales auditivas se ha indicado como sospechosa. Ello se debe a que estos niños no podrían realizar en los tiempos breves requeridos para una correcta comunicación la discriminación de los sonidos y asociarlos con los significados.
Otro ítem apuntado es la memoria de trabajo. Ello se evidencia en que, cuantas más sílabas presenten las palabras, mayores inconvenientes les traerán a los sujetos portadores del trastorno.
La multiplicidad de las cuestiones señaladas demuestra que probablemente los TEL se deban a más de una causa única y que, al menos hasta el presente, sus orígenes permanecen sin develar.
Los síntomas y su detección
Generalmente, quienes los advierten como un problema son los padres o quienes tengan los niños a su cargo, y ello es común que ocurra a edades tempranas, dado que lo que suele observarse es un retraso en la adquisición del lenguaje, lo que en muchos de los pacientes implica que no comiencen a hablar sino hasta los 2 años o incluso más tarde. Luego comienzan a advertirse deficiencias en la cantidad de palabras acopiadas respecto de los otros niños de similar edad, problemas con la forma de hablar, con la ilación de las palabras, mayor repetición de errores o la aparición de otros que no suelen observarse en los demás niños y otros problemas que afectan la expresión y la comprensión.
Con la mayor edad del niño, los síntomas se hacen más evidentes. Entre otros, ellos incluyen:
– Morfología: errores en la forma de las palabras.
– Sintaxis: mala combinación de las distintas partes de la oración.
-Semántica: problemas para entender lo que se les dice y para expresarse.
– Fonación: errores de pronunciación, ininteligibilidad del habla.
Existe una gran heterogeneidad en el grado de afectación y en la sintomatología.
Las señales de alerta temprana a tener en cuenta son:
– La falta de inteligibilidad a los dos años, más allá de que el niño pueda decir mamá o papá.
– Posee un vocabulario limitado y no arma frases.
– A los 4 años, sus enunciados son breves, limitándose a composiciones de dos o tres palabras.
– Casi no habla y tiene apariencia de timidez, al tiempo que suele jugar en soledad.
– Expresa palabras pero no parece entender su significado.
– No responde a su nombre y tampoco comprende las órdenes que se le imparten.
– No manifiesta una utilización correcta del idioma en prácticamente ningún aspecto.
Como consecuencia de las dificultades que presentan los TEL, se afecta la vida toda de los sujetos, lo que concierne al aprendizaje (sobre todo, teniendo en cuenta que gran parte de él se lleva a cabo en forma escrita), la vida de relación, las posibilidades laborales, la autoestima, etc.
El diagnóstico
Ante la evidencia de que algo no funciona como debiera, lo primero que deberá hacer el pediatra es un diagnóstico diferencial, esto es, descartar que el cuadro clínico se deba a otra condición que tenga rasgos sintomáticos similares.
Un primer deslinde deberá realizarse para determinar que las disfunciones no se deben a algún problema de tipo físico, como podría darse en caso de que el niño tuviera algún inconveniente de audición, dificultades del habla relacionadas con la motricidad, o algún síndrome o trastorno que pudiera interferir con las posibilidades comunicativas del individuo.
Algunos casos pueden confundirse con algún Trastorno del Espectro Autista, con el que comparte ciertos rasgos (problemas de comunicación, aislamiento en algunos sujetos), aunque existen ciertas diferencias que hacen que pueda diferenciarse. Por ejemplo, mientras que en aquellos afectados por TEA toda la comunicación se encuentra comprometida, en los TEL solamente lo está la relacionada con los aspectos verbales, no así la comunicación no verbal (gestual, visual, corporal, etc.), que se halla conservada. Tampoco se observan en estos últimos ni movimientos repetitivos, ni adhesión a conductas rutinarias, hay juego simbólico y se valen por sí mismos en todas las tareas acordes a su edad.
Generalmente, el diagnóstico final lo realizan profesionales idóneos en la materia, los que más frecuentemente son fonoaudiólogos, neurolingüistas, psicopedagogos y/o terapistas ocupacionales.
Existen diversos tests y pruebas que ayudan a la medición y al establecimiento, como el Non-Word Repetition Task, originalmente desarrollado en inglés, pero que tiene versión en español, que consiste en presentar un modelo de palabras ficticias con características especiales -diferente número de sílabas o combinación diversa de fonemas, entre otros- a una muestra infantil, que tiene que repetir cada pseudopalabra. Se contabilizan los errores y ello da un puntaje. Según una tabla, los valores más bajos indican la presencia del trastorno.
También las denominadas Escalas CELF 4 y la CELF Preschool 2 tienen versiones para hispanoparlantes, para niños de diferentes edades, que, según postulan sus creadores, es capaz de evaluar la existencia de un TEL en solamente 20 minutos, pero además determina la naturaleza del trastorno, revela las habilidades preservadas subyacentes y evalúa cómo influye el trastorno en el desempeño escolar.
Otra herramienta usual que ayuda a definir si se está en presencia del trastorno o no es Prueba para la Evaluación del Desarrollo Fonológico desarrollada por Laura Bosch Galcerán, de la Universidad de Barcelona, que evalúa al niño respecto de los fonemas ubicándolos en distintas posiciones, al tiempo que brinda una escala para determinar, según los resultados obtenidos, la posibilidad de la existencia de TEL. Tiene la ventaja de ser uno de los pocos que no son una adaptación de otras pruebas en distinto idioma sino que está concebida, precisamente, para hablantes nativos de español.
Estos tests y otras pruebas para medir la habilidad en el lenguaje de los sujetos sospechados de portar el trastorno buscan determinar la capacidad para construir frases, manteniendo el orden correcto de las palabras, miden el número de palabras que integran el vocabulario y la calidad del lenguaje hablado, que es el que normalmente está más perjudicado, entre otros ítem que pueden servir para reflejar la condición de los individuos.
De todas maneras, el diagnóstico final y los cursos de acción a emprender estarán a cargo de un profesional de la salud idóneo en la materia.
Tratamiento
El TEL no es una condición que pueda dejarse pasar. Aun en aquellos sujetos en los que parecía haber disminuido o hasta desaparecido su influencia durante la etapa preescolar, se han hallado serias dificultades en la expresión y la lectura al ingresar a la escuela primaria e incluso se ha observado su permanencia en instancias educativas superiores, minando el rendimiento académico.
Dada la heterogeneidad de áreas afectadas y su intensidad, la intervención para mejorar la condición de los pacientes debe ser personalizada.
De todas maneras, es posible afirmar que las terapias ordinariamente se refieren a estimular la adquisición de vocabulario mediante la realización de diversas actividades, muchas de ellas basadas en el juego, junto aprovechar las áreas que se encuentren preservadas.
Se afirma que la intervención debe ser intensiva y continuada en el tiempo. Asimismo, es necesario que se involucren en ello los referentes del niño, lo que incluye tanto a la familia como al ámbito escolar.
Siempre hay que tener en cuenta que lo que le ocurre al niño no es dejadez, falta de voluntad o como quiera llamárselo, sino que porta un trastorno.
Además de las intervenciones referidas específicamente al TEL, es frecuente que deba sostenerse psicológicamente al niño, puesto que su autoestima tiende a estar a la baja y angustia y depresión pueden ser estados asociados.
Al desconocerse cuáles son sus causas, poco y nada puede hacerse para prevenirlo, aunque la detección y la intervención tempranas producen mejores resultados.
No existen medicamentos que ayuden a la mejora y muy raramente se logra la reversión total, aunque sí es posible que el sujeto se supere y logre alcanzar su máximo potencial.
Investigaciones
Como se trata de un fenómeno muy extendido, ha despertado distintas y numerosas líneas de investigación.
En ese sentido, los aportes genéticos buscan hallar qué genes estarían involucrados en la irrupción de los TEL. Muchos de ellos parten de testear aquellos genes que se sabe que producen dificultades en la lectura y la escritura, para poder determinar su también influyen en este campo.
También se busca establecer qué factores ambientales influyen, lo que permitiría ejercer cierta prevención o, cuando menos, realizar diagnósticos más tempranos.
Otros se hallan trabajando en la dilucidación de las huellas que este tipo de trastorno dejaría en el cerebro, para poder determinar con certeza su ocurrencia mediante el uso de técnicas objetivas como la imaginería.
Para finalizar
Los TEL presentan una variedad de síntomas y de grados de afectación que no deben descuidarse, ya que afectan todas las instancias de la vida de los sujetos que los portan.
La contención afectiva, además de las intervenciones terapéuticas, es siempre un plus que potencia los efectos beneficiosos de todas las terapias que se intenten.
Fuentes de consulta:
– https://www.nidcd.nih.gov/es/espanol/el-trastorno-especifico-del-lenguaje
– http://www.padreshoy.uy/que-es-el-trastorno-especifico-del-lenguaje-n1120830
– https://www.atelar.org/
– https://psicologiaymente.net/clinica/trastorno-especifico-del-lenguaje
– http://www.ldonline.org/spearswerling/Specific_Language_Impairment