Biogen es una empresa de biotecnología multinacional con sede en los EE.UU. con una trayectoria de algo más de cuatro décadas en el mercado de los medicamentos, uno de los más rentables.
Hacía años que este laboratorio estudiaba un medicamento para tratar el Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa y fatal que solamente en el territorio de USA cuenta con más de 6 millones de pacientes.
El fármaco en cuestión recibe el nombre genérico de aducanumab y representa una luz de esperanza para tratar una patología que, si bien cuenta con algunos tratamientos capaces de enlentecer su progresión, carece de uno que implique la cura.
Según sus desarrolladores, la droga ayuda al sistema inmune a controlar las plaquetas de amiloides que van depositándose en el cerebro y que provocan la enfermedad en los casos de pacientes que presenten formas de leves a moderadas, con un resultado que alcanza al 22%.
Lo notable es que en 2019 la empresa suspendió la investigación, ya que los resultados preliminares no auguraban que se llegara a cumplir los objetivos de la misma. Pero luego siguieron los ensayos.
Presentada la documentación y los demás requisitos pertinentes para su aprobación, un comité de expertos independientes que suele asesorar a la Administración rechazó su aprobación, aduciendo que la información aportada dejaba muchas dudas y que era necesario realizar nuevas investigaciones con un número mayor de participantes. A conclusiones similares arribaron científicos independientes cuando tuvieron acceso a lo papers publicados.
Lo que más preocupó es la constatación de que algo más de un tercio de los pacientes presentó inflamación en el cerebro y el 20% sangrado en el mismo órgano, consecuencias de entidad moderada y que pudieron ser tratadas.
Muchos de los especialistas afirman que probablemente la FDA aprobó el medicamento por las presiones de las asociaciones dedicadas al Alzheimer, que buscan desesperadamente hallar una cura para tan cruel enfermedad, pero que ello socava la credibilidad de la institución, la que debiera manejarse por los códigos de la ciencia y no ser permeable a ningún tipo de coacción, por bien intencionada que sea.