Ya en 1944 se otorgó idéntico premio a Joseph Erlanger y Herbert Gasser, quienes descubrieron distintos tipos de fibras nerviosas sensoriales que reaccionan ante los diferentes estímulos, por ejemplo, en las respuestas al tacto doloroso o no. Desde entonces, se investigó y se demostró que las células nerviosas están altamente especializadas para detectar y traducir diversas señales, permitiéndonos una percepción matizada de lo que nos rodea, habilitándonos para discernir las diferencias entre texturas de las superficies a través de nuestros dedos o poder diferenciar entre lo que es un calor agradable y otro doloroso, entre muchísimas otras experiencias.
El bioquímico David Julius nació en Nueva York en 1955. Hacia finales de la década de 1990, siendo parte del cuerpo de investigadores de la Universidad de California, en San Francisco, vio la posibilidad de analizar cómo es que esas sensaciones se transforman en señales eléctricas que podían ser captadas por el cerebro. Años más tarde, se valió de los ajíes picantes, que portan una sustancia conocida como capsaicina, molécula responsable de la intensa sensación de ardor que se percibe cuando entra en contacto con las células nerviosas en la boca, intentando identificar qué proteínas se hallaban involucradas en la respuesta celular.
Durante mucho tiempo él y sus colegas crearon una librería fragmentos de ADN correspondientes a genes presentes en las neuronas sensitivas capaces de reaccionar al dolor, a la temperatura y a la presión, hipotetizando que allí se hallaría el responsable de codificar la proteína capaz de reaccionar ante esa sustancia.
Realizaron cultivos celulares y pacientemente hicieron que se expresaran genes individuales, hasta que uno de ellos respondió al estímulo de la capsaicina. Lo que hizo fue hacer sensibles a esas sustancia a células que no lo eran. Experimentos posteriores revelaron que el nuevo canal de iones descubierto y nombrado TRPV1 era nada menos que el receptor calórico sensible a las temperaturas dolorosas.
Ardem Patapoutian es el otro galardonado. Biólogo molecular nacido en Beirut, la capital de Líbano, en 1967, se desempeña en el Instituto de Investigación Scripps, en La Jolla, California, tras huir de las guerras de su país.
Él y sus colaboradores identificaron una línea celular en cultivos de ese tipo que resultaron sensibles a una acción mecánica (toque con una micropipeta) y que ello producía una señal eléctrica que podía ser detectada y medida.
Con un procedimiento similar al empleado por el Dr. Julius, seleccionaron 72 genes sospechosos de ser responsables de las propiedades sensitivas de las células respecto del tacto y fueron inactivando cada uno, hasta hallar al que, al apagarse, no producía señal alguna al ser estimulado el cultivo. Le dieron el nombre de Piezo1 (del griego pési, presión). También descubrieron un segundo, el Piezo2, el cual, estudiado por el mismo equipo y por otros científicos, demostró que tiene un rol vital en importantes procesos fisiológicos, como la presión sanguínea, la respiración, el control de la vejiga urinaria y nos da información para percibir la posición y los movimientos de nuestro cuerpo, entre otras funciones.
Tanto el descubrimiento de los canales de iones TRPV como Piezo han abierto rutas insospechadas hasta el momento para la investigación y el tratamiento de múltiples enfermedades, síndromes y condiciones, entre muchas otras, aquellas que implican el dolor crónico, como ocurre en las diversas expresiones de artritis, los dolores de espalda, los esguinces musculares, el espasticismo, por ejemplo, o las formas de encarar los problemas relacionados con la alta presión arterial, las afecciones dermatológicas, etc. Incluso se prevé que a partir del reconocimiento de los genes involucrados, se produzcan analgésicos menos agresivos y más efectivos que los actuales, ya que se buscará reducir la respuesta genética, procedimiento que permitirá tratamientos más prolongados sin los dañosos efectos secundarios que producen los medicamentos disponibles hasta ahora en el cuerpo de los pacientes cuando se los suministra durante mucho tiempo. También se cree que los medicamentos para tratar la hipertensión tendrán un impacto más positivo y más seguro, así como los fármacos que se utilizan para regular la temperatura corporal darán un salto exponencial.
Realmente, las expectativas que abren estas investigaciones respecto de la salud humana son enormes. Los propios científicos reconocen que analgésicos, antipiréticos y anti hipertensivos mejorarán en un futuro cercano, pero que muchas otras patologías hallarán nuevas y más eficaces formas de tratamiento. Han abierto una puerta a la esperanza donde no la había.
Tecnología
Alexa, nuevas funciones para personas con discapacidad visual
Alexa es un asistente virtual manejado por voz que, al igual que Google Assistant, Siri y Cortana, permite realizar varias acciones sin la necesidad de contacto manual. Lanzado en noviembre de 2014, al principio solamente permitía, vía conexión con internet, obtener información del tiempo, hacer búsquedas, escuchar música, conocer las noticias del día y algunas otras funciones. Basta con decir su nombre en voz alta y darle un comando hablado y se obtendrá la respuesta o la acción requerida.
Los que reciben las instrucciones y responden en consecuencia son unos bafles con distintas formas, los cuales están provistos de micrófonos (siete, de alta sensibilidad, por lo que no es necesario estar muy cercanos a ellos para emitir órdenes) y se conectan a teléfonos inteligentes con una aplicación y también están los Echo (así se llaman los aparatos) Plus con un hub integrado que reconoce automáticamente los dispositivos compatibles. Se pueden emparejar con otros vía bluetooth para reproducciones en otras habitaciones más lejanas. Aunque algunos compradores se quejan de la calidad del sonido, los expertos y la mayoría de quienes ya poseen el sistema resaltan la claridad de sus agudos, la dinámica de sus medios y la profundidad de sus graves, todo ello en una caja pequeña, con un parlante de 3 pulgadas de diámetro y tweeters duales de 0,8 con procesamiento Dolby.
Amazon, la gigante del comercio mundial que es su poseedora, abrió su SDK (kit de software de desarrollo) para que programadores de todo el mundo, empresas y desarrolladores pudieran vincular sus productos con Alexa, por lo cual su utilidad creció exponencialmente, ya que permite controlar una cantidad de aparatos al comando sin manos, que va desde casas inteligentes hasta el manejo de un horno de microondas y no solamente los aparatos y servicios de dicha empresa. También se puede disfrutar de juegos y otros programas.
Resulta obvio señalar las ventajas y soluciones que esto representa para los usuarios en general y particularmente para las personas con discapacidad. Aquellos con restricciones de movimiento pueden realizar acciones como abrir puertas, prender y apagar luces, manejar termostatos, etc., con un simple comando de voz. También se pueden programar recordatorios (para tomar medicación a determinadas horas, recordar citas terapéuticas, etc.) y hacer llamadas telefónicas o videollamadas sin necesidad de manipular aparato alguno.
En la actualidad, hay más de 25.000 skills (así se denominan los programas que controlan objetos y otras funciones), aunque no todas están en español ni se hallan habilitadas en todos los países.
Amazon se preocupó desde sus inicios por las personas con discapacidad. Además de las funciones comunes que puede aprovechar este colectivo, aquellas con discapacidad visual podían pedirle a Alexa que leyera en voz alta los libros que hubiera comprado en Kindle, por ejemplo, entre muchas otras. Recientemente incorporó en México una nueva “habilidad” o skill: la capacidad de interactuar con Twitter con comandos orales. De esta manera, el usuario puede leer lo que le envían y postear aquellos que se le ocurra sin necesidad de un teclado.
Otra función novedosa es la que se denomina “Audio-descripción Prime Video”, que permite a quienes estén suscriptos al canal de Amazon consultar qué series o películas están disponibles, y también saber cuáles son las producciones propias y de terceros que poseen audiodescripción, es decir, del segundo canal de audio que describe lo que ocurre en pantalla y los usuarios no pueden ver.
Desde marzo del corriente año, Alexa está disponible en Argentina. De hecho, antes también lo estaba, pero no reconocía nuestros modismos. Se puede comprar aquí o en la tienda online de Amazon.
El kit básico en nuestro país es accesible (se consigue por algo así como $ 9.000 las versiones más viejas que aun funcionan), pero hay que tener en cuenta que cada aparato que se quiera agregar debe ser compatible y que ello implica un gasto más. Por ejemplo, un tomacorriente inteligente comandable por voz tiene un costo superior a los $ 5.000 y es de los más baratos. La buena noticia es que el sistema es escalable, esto es, se puede comenzar por lo mínimo e ir agregando funcionalidades. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con distintas suscripciones que deben abonarse aparte, como Spotify u otras. Algunas de las versiones vienen con pantallas táctiles desde las cuales se puede manejar el sistema.
Un problema que reportan usuarios locales es que algunas funciones no están disponibles, ya que existen bloqueos por región, por lo que, para poder utilizarlos, es necesario mentir en las registraciones y habilitar lo que aquí se inhabilita.
Argentina es el decimosexto país en el que funciona Alexa. Están en vista para ser los próximos en Latinoamérica Chile, Perú y Costa Rica, aunque su configuración debe hacerse desde la opción “Español (Estados Unidos)”, ya que, aunque se reconozcan los modismos regionales, no se habilitan en forma independiente.
Alexa y sus competidores resultan una excelente opción para aquellas personas con discapacidad que puedan permitirse el gasto, ya que hacen accesible lo dificultoso y cotidiano, como prender y apagar un televisor.