Siguiendo la matriz de abordaje de “Deconstruir la discapacidad, construyendo narrativas” (2021,Vain, Pablo Daniel y Schewe, Lelia C.) se presenta una narrativa que permite una potencialidad diferente sobre el sujeto de la discapacidad.
En este texto queremos dar cuenta de cómo un aspecto subjetivo funciona de eje y de puente para mover la apropiación de lo que en la educación física se denomina “capacidades coordinativas” que siempre deben ser consideradas en su dimensión social antes que físicas.
Al momento de esta presentación hemos trabajado con este participante más o menos 10 meses. Durante “la etapa orientativa”, en la cual generamos el primer vínculo con el participante, le presentamos el espacio de trabajo y esperamos la adaptación a pautas mínimas de funcionamiento.
En el comienzo Ulises parecía aceptar sin evasiones u oposiciones el orden de las primeras actividades básicas aunque sí con cierta inseguridad en el uso de su propio cuerpo.
Si bien, se presentaba algo tímido y retraído frente a un nivel inicial de actividades, respondía suficientemente bien. En estas etapas no buscamos más que la comodidad de estar en el mismo espacio con nosotros y poder realizar algo básico que le de confianza en su hacer.
Después de algunos encuentros parece retroceder en su posición y empieza a evadirse de las propuestas. La forma se traduce en rigidez corporal, sus manos tomaban la forma de canguro en un claro retroceso de su disponibilidad llegando a dar la espalda a la escena presentada pero mirando de costado.
Observamos que su funcionalidad inicial -que era básica aunque suficiente- en la escena colectiva se vio interrumpida por una postura defensiva que clasificamos entre la evasión y la oposición. Se negaba a acceder a la actividad físicamente y verbalmente. Otras veces decía que sí y físicamente se quedaba quieto, tan rígido como inmovilizado.
En nuestro método distinguimos la modalidad “vincular” del “rol”. La modalidad vincular está centrada en el trabajo “uno a uno” dando principal importancia a los elementos que trae el participante. En la modalidad “rol” el participante ya incorporó herramientas para alojarse en un espacio colectivo, construido entre varios, sostenido en negociaciones y reconocimientos recíprocos.
Durante algunos encuentros lo citamos más temprano que al resto de los participantes para poder ofrecerle ese tiempo necesario para entrar en la dinámica vincular y que al llegar sus compañeros Ulises estuviera más disponible para una dinámica colectiva o rol. Darle tiempo a desarrollar un vínculo sólido con el coordinador facilita traccionar el acceso subjetivo al lazo social.
Con este escenario debíamos sostener tiempos individuales y alojarlo con algún apoyo corporal como tomarlo de la mano, estar presentes junto a él, etc.
Al corroborar que esta intervención funcionó pero no alcanzó -para seguir la dinámica compleja de la participación colectiva- nos vimos forzados a proponerle a la familia la modalidad vincular.
Esta modalidad permitió la aparición de algo propio que se puso en diálogo con nuestra oferta. Empezó a manifestar una conducta propia de su expresión subjetiva que consistía en tocar el hombro de alguien y decir “quién fue?” y lo repetía varias veces incluso compulsivamente por momentos.
Desde nuestro método consideramos que la mejor manera de desarrollar la capacidad de estar en el lazo es potenciando las conductas “originales”, es decir, las que propone el participante más allá de su adecuación a cualquier metodología de enseñanza ya que son el puente hacia lo propio y verdadero.
Entonces, tomamos este gesto que él dirigía de sí hacia nosotros y no los que él recibe de nosotros como eje del encuentro. Darle tiempo a estas acciones rudimentarias siempre es importante por más simples y básicas que parezcan. El sujeto es activo y busca un vínculo desde ese juego básico. Responder positivamente, seguirle el juego es necesario para que posteriormente él acepte nuestros juegos.
Este “¿quién fue?” no salía mucho de una repetición casi idéntica pero al pasar por cada uno de nosotros y luego nosotros hacerlo también fue adquiriendo matices que admitían respuesta diferentes como “fue el sol”, o “fue fulano o mengano” que le permitió mayores articulaciones.
Con la aceptación del participante de este hacer con su propuesta fuimos llevando este juego por diferente elementos y así surgió la posibilidad de cortar la frase en dos tiempos: primero “quién” y luego “fue” pero asociándolos a un movimiento.
Por ejemplo: Pasarse una pelota con las manos diciendo “quién?” y el que la recibía respondía “Fue” u otros ejercicios con la misma lógica.
Durante las intervenciones en las que usamos ese recurso del “quién fue?” Ulises fue accediendo en el plano corporal, incluso él proponiendo ejercicios.
El resultado de la intervención fue que él accedió progresivamente a un rol porque su participación era original, activa y recibida por el otro. El juego en sí fue cayendo por su propio peso y fue dando paso a otras cosas. El ser alojado crea las condiciones para que después cada sujeto reciba y explore lo que viene del entorno.
Así finalizará lo que consideramos una forma de entrar en nuestro dispositivo. Aparecieron las sonrisas, los relatos de situaciones, la disponibilidad y las sorpresas.
La primera sorpresa vino en casa. Los padres siempre lo llevan a los cumpleaños donde él en general se quedaba un rato y luego se quería ir pero ahora fue distinto. Comentaron los padres que se quedó durante todo el festejo y que incluso bailó. Al finalizar el cumpleaños le pidió a la madre aprender a bailar demostrando un efecto de inclusión más allá de nuestro dispositivo específico.
La segunda es la adquisición de lo que llamamos ROL, ese semblante utilizado para sostener las situaciones sociales. Empezó a ir al gimnasio con el padre y con nosotros llega muy disponible y con ganas de aprender. Ahora estamos en el momento de complejizar e ir por más, el espacio colectivo lo espera para poder abordarlo con un rol protagónico.
Estos cambios fueron muy bien acompañados por la familia que ahora lo reconoce en un lugar de “adolescente” como si hubiera “madurado” dando más protagonismo en decisiones, ampliando su intimidad y trabajando ellos un cambio en el modo de ejercer la paternidad.
¿Cuántos cambios no? ¿Cómo seguirá esta historia, su historia? No lo sabemos, solo intentaremos acompañarlos en todo lo que está por venir. Esperando que alguna vez él pueda preguntarse ¿quién fue?
Carla Daniela Lopez
German Spangenberg
“Viento en popa. Deporte inclusivo”