En ese sentido, antes desarrollaron una plataforma que permite comunicarse a quienes tienen alguna dificultad con el movimiento a través de pictogramas, con los cuales el usuario puede ir hilvanando frases. Tiene una versión gratuita y otra paga, esta última pensada para instituciones. La aplicación corre en teléfonos inteligentes y ya cuenta con más de 40.000 descargas.
Junto con el Unicef Innovation Fund, un fondo para financiar proyectos tecnológicos que mejoren la vida de niños con discapacidad, acaban de concluir un software de código abierto (cualquiera puede tomarlo y modificarlo) capaz de permitir que una persona sin movilidad accione una computadora. Se incluye un dispositivo de tipo Sip & Puff, mediante el cual, con un soplido, es posible clickear en cualquier lugar de la pantalla. En lugar de mouse, un conjunto de anteojos especiales y cámara que denominaron Bocho permite el desplazamiento del cursor.
Pero estos desarrollos, en los cuales invierte Unicef con la condición de que sean considerados bienes digitales públicos no son los únicos que realizaron. Entre otros, realizaron un dispositivo de hardware denominado worm (gusano), que es una botonera flexible y otra doble, ambas funcionan como mouse adaptado para individuos con limitaciones motrices.
Pero quizás su obra más impactante es Lixi, un casco capaz de captar las ondas cerebrales pensado para que las personas que tienen una parálisis total se comuniquen. Durante la pandemia se le sumaron prestaciones y, aunando internet de las cosas y domótica, el aparato estará habilitado para que aquellas personas que habiten en una casa inteligente sean capaces de controlarla a través de su pensamiento.