Es que la imagen refiere a cuando concretó lo imposible: en 2015 ascendió el Himalaya con su bicicleta adaptada hasta el paso motorizado más alto del planeta, situado a 5.460 metros sobre el nivel del mar, sobre lo que se filmó un documental que lleva el título de “El límite infinito”, de 47 minutos, el que se estrenó y todavía está disponible en Netflix.
Maggi, quien a poco de nacer contrajo poliomielitis, la que afectó la movilidad de sus miembros inferiores y dejó secuelas menores en otras partes de su cuerpo, acaba de terminar su entrenamiento como astronauta civil en los EE.UU. tras ocho años de pruebas a los 58 años.
La serie de entrenamientos estuvo dirigida a prepararlo para lo que acontecerá si logra el sueño de ir al espacio. Los trabajos de respiración y contracción muscular son vitales, ya que la fuerza que se debe soportar al momento del despegue multiplica el propio peso por 6, lo que, según comenta Jean, en su caso resultaría 360 kilos. El único curso oficial reconocido por la Administración Federal de Aviación estadounidense es el impartido por el NASTAR Center y solamente pudo ser completado por 400 personas a lo largo de su historia.
A través de su fundación, consiguió una invitación para recorrer Space X, la empresa espacial de Elon Musk, a quien el cordobés admira por pensar distinto. La organización sin fines de lucro que dirige junto con su esposa tiene el objetivo de ayudar a los niños con discapacidad a través del movimiento. Entre muchas otras contribuciones, ha entregado más de 250 bicicletas adaptadas.
A los 7 vio a Amstrong descender en la luna y entonces se despertó su ambición por ser astronauta, pero parecía imposible, hasta que se comenzó a hacer realidad aquello de los viajes espaciales civiles.
Maggi practica varios deportes e incluso participó en maratones. Lo más notable es que su participación activa llegó a los 37 años, después de haber atravesado una depresión y dos infartos. El deporte, el aliento de su familia y las ganas mejoraron infinitamente su vida.