De acuerdo con el Boletín de Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación publicado en abril de este año, pero con datos correspondientes a 2019, en ese último año se registró la muerte de 18.975 personas por causa de enfermedades cerebrovasculares, entre las que los ACV son una de sus fuentes más frecuentes.
En el 85% de los casos se debe a una obstrucción (isquemia) de los vasos sanguíneos, mientras que el 15% se produce por una ruptura de los mismos y el derrame consecuente.
Los especialistas explican que cuanto antes se atienda el caso, menores serán las secuelas y, en general, si se emprende el tratamiento dentro de las 4 horas y media de producido el accidente, es posible que no se porten consecuencias o que ellas sean muy escasas.
Para ello es importante que se preste atención a los signos que pueden presentarse, los más usuales y repentinos de los cuales son: sensación de debilidad u hormigueo en los músculos del brazo, del rostro o de la pierna; repentina dificultad para hablar o comprender; problemas de visión en uno o ambos ojos; dificultades en la locomoción; pérdida del equilibrio y/o de coordinación y dolor de cabeza sin que pueda definirse su causa. Estos síntomas pueden presentarse aisladamente o mediante la agrupación de dos o más.
Los principales factores de riesgo para que se produzca un ACV comprenden la hipertensión sin control (se verifica en el 80% de los casos), diabetes (20%), tabaquismo (aumenta la posibilidad entre el 50 y el 70%, sobre todo en mujeres), el nivel de colesterol elevado, la obesidad, el alcoholismo, el sedentarismo y la preexistencia de enfermedades cardíacas.
Los ACV pueden prevenirse realizando controles periódicos de salud, llevando una vida saludable, controlando presión y glucosa en sangre, realizando alguna actividad física constante, controlando la alimentación (más frutas y verduras y menos grasas y carnes) y sin fumar, entre otras simples medidas. Ello evitará o minimizará las consecuencias, entre las cuales los problemas de motricidad, de sensibilidad, del habla, de la comprensión, de la deglución, de la vista, las alteraciones del funcionamiento cognitivo, el espasticismo y la depresión están entre las más frecuentes.