Cuando salió del cascarón en 2019 en el Acuario Odysea en Scottsdale, Arizona, pronto se dieron cuenta de que tenía un problema: no era capaz de sentarse, cosa que hacen todos los de su especie en cuanto son capaces de caminar.
Sometida a estudios, los rayos X confirmaron que la pequeñita tenía anomalías esqueletales que causaban esa dificultad. Entonces, el equipo de cuidado animal de la empresa decidió tomar cartas en el asunto y construyó un simple dispositivo, consistente en una especie de bolsa en la cual se puso a Rosie y se la sostuvo con tiras, ayudándola para que pudiera desplazarse mejor y así reforzar sus músculos de las piernas para que finalmente lograra el objetivo de sentarse y poder caminar mejor.
En la actualidad la pingüina de dos años no solamente regresó con sus pares, sino que, además, se ha convertido en una especie de embajadora para demostrarle al mundo que se pueden sortear muchas de las dificultades que se presenten.
Rosie es más pequeña que los demás y camina más lentamente. La marcha de su especie suele causar gracia y en ella todavía más.
Cuando fue a visitarla un grupo de niños con distintas condiciones como Autismo, parálisis cerebral y otras discapacidades, el pequeño pájaro causó la admiración de los mismos, no solamente por su andar, sino también por su desparpajo, su sociabilidad y la forma de interactuar con los humanos. Recibió múltiples caricias y muestras de cariño, tal como puede apreciarse en el video alojado en https://www.kgun9.com/news/good-news/how-rosie-an-african-penguin-at-ody sea-aquarium-is-inspiring-kids-with-disabilities.
Además, personal del Acuario narró la historia de Rosie, destacando que ella hace lo mismo que los otros, pero a su manera, porque tiene una gran capacidad para adaptarse y no dejarse vencer por su problema.
Los niños quedaron extasiados con ella. “Es hermosa y única”, dijo uno de sus pequeños visitantes. Realmente lo es.