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Sexualidad y discapacidad: dificultades de relación

Ni ángeles, ni niños eternos, las personas con discapacidad tienen derecho a disfrutar de una vida sexual plena. Muchos mitos y falsas creencias han coartado la experiencia vital de muchos integrantes de este colectivo. ¿Qué puede hacerse al respecto? ¿Es necesaria la asistencia sexual? ¿Cómo podemos ayudar a mejorar la calidad de vida en este aspecto? Son algunas de las cuestiones que se formulan en la siguientes nota.

El Cisne Por El Cisne
en Informes especiales
Sexualidad y discapacidad: dificultades de relación
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Preliminares
Ya entrado el siglo XXI, sorprende que la sexualidad de las personas con discapacidad siga siendo un tema ríspido y sobre el que subsisten mitos y falsas creencias que cuesta desterrar.
Existe un número relativamente amplio de estudios científicos sobre este tema, sobre todo referido a los varones, y hasta el sentido común llevaría a sospechar que si hablamos de personas con discapacidad, la pregunta sobre la cuestión sexual ya está respondida. Pero ello no es tan así.
Todos los seres humanos somos sexuados. Ello forma parte de nuestra naturaleza, es una característica esencial. Después, la forma en que nuestra sexualidad se manifiesta depende de una serie de cuestiones sociales, de elección personal, de circunstancias propias y externas que conforman su expresión particular en cada uno/a.
Desde esta perspectiva, creer que aquellos alcanzados por algún grado de discapacidad mental y/o física son de una especie angelical, que son asexuados o que no tienen deseos de esa clase, que son niños eternos, que no podrán ser sexualmente amados, que no son atractivos, no son capaces de formar y mantener parejas o, por el contrario, tienen una sexualidad descontrolada, son hipersexuales es poner las cosas totalmente fuera de perspectiva y condenarlos de antemano a una vida artificial e infeliz y dejarlos sometidos a peligros evitables.
Un artículo aparecido en el portal de ASDRA y firmado por Patricia Iglesias pone un ejemplo palmario sobre la asexualidad de este colectivo: los baños públicos divididos entre los asignados a mujeres, varones y discapacitados, como si estos últimos estuvieran fuera de una posible categorización sexual.

Entrando en tema
La sexualidad de las personas con discapacidad existe y es muy heterogénea, tal cual ocurre con el resto de la población. De hecho, las etapas del desarrollo sexual en ellas se da en forma similar a lo que ocurre con el resto. Lo que puede observarse es que, por cuestiones de retraso, pueden tardar un poco más, pero la niñez, la pubertad y la madurez llegan a todos. Es posible que en algunos aspectos la evolución de una persona sea similar a la de un niño de tal o cual edad, aun cuando la cronológica siga avanzando, pero ello no significa que sea un niño o niña apresado/a en el cuerpo de un adulto femenino o masculino.
Por otro lado, es muy frecuente que se confundan genitalidad y sexualidad, las que, aunque suelen ir de la mano, implican cosas distintas. Mientras que la primera tiene que ver con el aspecto físico, la segunda refiere a esa definición que cada uno adopta, a la elección que hacemos de entre todas las formas posibles de estar en el mundo y que nos diferencia y, al mismo tiempo, nos hace confluir con otros.
La forma en que se discute este aspecto de la vida de las personas con discapacidad es diferente a cómo se hace respecto de la población en general.
Por ejemplo, el tema de la Educación Sexual Integral, tan en cuestión en estos tiempos en la Argentina, pese a algunos puntos de vista peligrosamente retrógrados, pone en tela de juicio quién y cómo debe encararse, pero nadie duda del carácter sexuado de los niños, más allá de algunas malas interpretaciones.
En cambio, en lo que hace a las personas que portan discapacidad, tal condición sigue discutiéndose, lo que constituye una forma de discriminación.
Por otro lado, uno de los inconvenientes que suelen padecer los integrantes de este colectivo heterogéneo es la falta de intimidad, sobre todo aquellos que necesitan de la ayuda de otros para realizar algunas, muchas o todas las tareas cotidianas, lo que en ciertos casos institucionaliza la promiscuidad aun en ámbitos en los cuales debiera respetarse su derecho a la intimidad. También por esa circunstancia es que en muchas ocasiones aquellos con discapacidad mental pueden no llegar a comprender la diferencia entre lo público y lo privado respecto de sus conductas.
Pero quizás el problema mayor que enfrentan sobre todo aquellos que portan una discapacidad mental es la carencia de información sobre lo que implica la sexualidad y la falta de respuesta a las preguntas, cuando ellas aparecen.
Ello los/las deja expuestos/as no solamente a los abusos sexuales y a todas sus consecuencias (embarazos, enfermedades de transmisión sexual, etc.), sino que aumenta la exclusión y los priva de una parte importante de la vida.
Como personas, tienen el derecho a que se les informe, se contesten sus preguntas y se los considere capaces de sentir y vivir el erotismo.

Discapacidad mental y dificultades de relación
Habiendo dejado en claro que la sexualidad de las personas con discapacidad es similar a la del resto de la población y tan diversa en uno u otro caso, hay determinadas condiciones que implican una mayor carga negativa para poder desarrollar este aspecto plenamente.
Ello se debe a que, por ejemplo, las personas con Asperger u otras formas autísticas, así como en otros tipos de discapacidad mental, tienen de por sí dificultades para establecer y mantener relaciones, aun en los casos más leves.
Como todos los demás habitantes del planeta, las personas con TEA tienen necesidades sexuales, genitales y eróticas.
Algunos estudios sugieren que los varones autistas tienen más problemas en este campo que las mujeres, porque socialmente se supone que son ellos los que tienen que tomar la iniciativa para intentar establecer relaciones, mientras que la posición de ellas suele ser más pasiva, por lo cual es más factible que ellas puedan tener una vida de relación más activa, si cabe la expresión.
Ambos, sin embargo, pueden ser hiperreactivos al roce de la piel, a sonidos, aromas, etc., o todo lo contrario, esto es, quedar inmutables ante estímulos que para otros serían hasta excesivos.
También la falta de percepción del lenguaje corporal del otro funciona como una problemática a vencer para poder desarrollar relaciones exitosas.
Por otro lado, ciertas conductas, sobre todo de los varones, pueden llevar a confundir acciones o dichos con agresividad, machismo o parecer desadaptadas e intimidatorias.
Algunos estudios han revelado que los síntomas más típicos del Autismo, en combinación con una información insuficiente o nula sobre el tema y, por lo tanto, una menor posibilidad de establecer relaciones románticas y/o sexuales, hacen que estos sujetos puedan desarrollar conductas desafiantes o problemáticas en este campo, que pueden conducir a una hipersexualidad e incluso a desarrollar parafilias (se consideran conductas de orden sexual que se apartan de lo que se considera normal).
Un artículo publicado en diciembre de 2017 en el US National Library of Medicine, dependiente de los Institutos Nacionales de Salud, suerte de Ministerio de Salud de los EE.UU. aporta algunos datos interesantes, aunque se refiere más a cuestiones parafílicas que a la sexualidad normal de las personas autistas.
El trabajo involucró a personas diagnosticadas con Autismo y un número similar de individuos de control típicos, con edades equivalentes (desde 17 y hasta 55 años). Entre los primeros, solamente se admitió a aquellos que no tuvieran algún tipo de discapacidad mental asociada.
Un primer dato interesante es que, al momento del estudio, las mujeres autistas superaban a los varones en cuanto a hallarse en una relación afectiva (46,2% contra apenas 16,1%).
A su vez, las fantasías sexuales que pueden considerarse atípicas o parafílicas tienen, siempre según el mentado estudio, mayor predominancia entre los portadores de TEA, aunque ello no implica que las lleven a cabo.
Los índices de homo o bisexualidad son sustancialmente mayores en los autistas (35% a 15%), aunque los autores relativizan este resultado, dado que el número de heterosexuales en el grupo de control es notablemente más elevado que el que existe en el total de la población, lo que sesga la muestra.
Pero lo que ponen de relevancia este como otros muchos estudios (el propio trabajo cita alrededor de otros 70) es que las personas con TEA tienen deseo sexual y que su orientación es tan variada como la del resto.
Otro fenómeno que involucra a las personas con discapacidad intelectual y/o algunas de las variadas formas de TEA es que existe una tendencia a la endogamia, esto es, a relacionarse con otros de similar condición, lo que no ocurre con tanta frecuencia en sujetos con otras clases de discapacidad.
Ello se debe a que en muchas ocasiones, para evitar la discriminación y para hallar la contención y la comprensión que no se encuentran en otros ámbitos, estos sujetos tienden a concurrir a espacios destinados exclusivamente a ellos. También las carencias de la integración social juegan un rol importante en que, al circular prioritariamente en estos grupos de ayuda y no ser acogidos por la sociedad como ocurre con cualquier otro individuo, las posibilidades de relacionarse amorosamente se ven acotadas y problematizadas por sumarse los inconvenientes que ambas personas traen consigo por su condición.
El desconocimiento de las diversas características que portan los individuos de este colectivo también lleva a que su integración sea dificultosa.

Algunos mitos y creencias
Ya hemos descartado dos de los principales: que la sexualidad de las personas con discapacidad es diferente y que no tienen deseo. Veamos varias otras fabulaciones incorrectas:
– Tienen impedimento para desarrollar relaciones consideradas normales: Las dificultades que porte quien tiene alguna limitación física, sensorial o mental no impide que sea capaz de amar, seducir, dar y recibir placer, respetar a su pareja y todo lo demás que implica una relación sana.
– No son atractivas: Muy pocos seres humanos en el planeta logran alcanzar los ideales de belleza y perfección socialmente impuestos, y, sin embargo, la gran mayoría logra establecer vínculos afectivos con otros, porque para el enamoramiento no solamente juega el cuerpo sino lo que la persona es.
– Pueden transmitir su discapacidad a la descendencia: En primer lugar, no toda discapacidad tiene un origen genético. En segundo, la sexualidad no tiene que ver únicamente con las cuestiones reproductivas, por lo cual, aun en caso de que exista cierto grado de probabilidad, puede gozarse de ella.
– La única manera de obtener placer sexual es mediante el coito: Según esta afirmación, ello dejaría a un buen número de personas con distintas clases de limitaciones fuera de competencia en este campo. Más allá de la relación física con otra persona y la autosatisfacción, la sexualidad también se vive placenteramente desde las fantasías, el deseo, la atracción, el enamoramiento, etc.
– Mejor no hablar de estas cuestiones para que no se despierten conductas impropias: Precisamente la falta de información es lo que puede dispararlas. El desconocimiento de qué se puede y/o se debe y qué no es lo que puede llevar a la disrupción.
– Los varones tienen más deseos que las mujeres: Desde el punto de vista de los estereotipos sociales, esta afirmación está en línea con la infundada creencia social de que ello es así para todos, pero carece de bases sólidas, ya que la dicotomía activo/pasiva es falsa y un producto cultural espurio no solamente para las personas con discapacidad sino para la población en general.
– Las personas con discapacidad son solamente heterosexuales: La realidad es que comparten la amplia variedad de posibilidades que todos los demás, aunque generalmente, al negárseles la sexualidad, ni siquiera pueden realizar la elección, sino que, en el caso de que se les habilite este aspecto, distintos preconceptos hacen que no pueda concebirse que la elección no sea la “correcta”.

¿Qué se puede hacer para su beneficio?
Primero y principal, hablar del tema, sea porque la persona pregunte o cuando se adviertan inquietudes en ese sentido. Y hacerlo sin tapujos, apelando al lenguaje que sea comprensible para su edad y capacidad de discernimiento, al tiempo que es necesario estar atentos y ser respetuosos de lo que dicen.
Ello no solamente le dará herramientas para evitar distintas acechanzas, sino que también orientará sobre el cómo, cuándo y dónde manifestarse y de qué forma, haciendo comprender que hay acciones que pueden llevarse a cabo en público, pero que otras solamente se desarrollan en privado, y siempre con el consentimiento del otro/a.
Otro aspecto importante es motivar a la persona para que exprese sus preferencias y gustos y a decir no cuando algo no la satisfaga, al tiempo de explicarle el proceso ideal del cortejo y a respetar las decisiones de su pareja.
Asimismo, es importante que, siempre dentro de lo que cada uno pueda, se le consulte acerca de cuestiones que la involucren respecto de su cuerpo, al tiempo de ayudarla a trabajar sobre sus habilidades sociales para que pueda desenvolver mejor su afectividad y su sexualidad.
Darle espacio para que tenga su privacidad, no sobreproteger, enseñar prácticas higiénicas, saludables y seguras, junto con visitas a ginecólogos y urólogos para asegurar que la buena salud se mantenga.
En síntesis, hablar claro y brindar herramientas, lo que se trata no de una gracia, sino de un derecho que, por el simple hecho de ser personas, detentan.

Un tema controversial: ¿asistente sexual?
La asistencia sexual no implica que el asistente vaya a tener relaciones sexuales con la persona con discapacidad. Esa posibilidad también existe, pero se trata de otra cosa, eufemísticamente denominado “acompañamiento sexual”.
La tarea del asistente sexual para discapacitados/as consiste en prestar apoyo para poder acceder sexualmente al propio cuerpo o al de una pareja. No es este quien toma las decisiones de cómo y en qué brindar su asistencia, sino que ello lo decide el propio usuario. También sugiere posiciones y movimientos que permitan interactuar a los cuerpos, cuando ello sea necesario.
Usualmente, quienes utilizan este servicio son aquellos que no pueden explorar su propio cuerpo, el de otro o masturbarse sin ayuda.
No todas las personas con diversidad funcional la necesitan y también es cierto que algunas otras con discapacidad mental sí lo hacen, brindando estrategias, ya que la tarea es puramente instrumental y no implica ni una tarea educativa ni una terapia.
Más allá de que esto pueda escandalizar a algunos, la tarea del asistente es nada más ni nada menos que ayudar a poner en acto los deseos de la otra persona en sí misma o con una pareja. Lo que sí, es necesario asegurarse de que quien se contrate sea realmente una persona idónea, que cuente con las herramientas necesarias para hacer su tarea eficazmente.

Para concluir
Ni ángeles, ni niños eternos, las personas con discapacidad son exactamente eso, personas.
Más allá de los devotee (aquellos que sola o principalmente se sienten atraídos por la discapacidad de una persona y no siempre por la persona misma), quien porte una limitación del orden que sea puede ser (y en muchas ocasiones es) alguien deseable.
Al brindarles la información correcta para saber diferenciar lo que es una caricia afectuosa de una agresión sexual, al explicarles qué es lo que ocurre con su cuerpo al llegar a la pubertad, al demostrarles que determinadas conductas deben ser públicas y otras privadas, al señalarles que determinadas formas de manifestar la afectividad pueden ser mal interpretadas, es decir, al instruirlos sobre lo que es la sexualidad, no solamente se los aparta de riesgos para su salud física y psíquica, sino que se los integra más y mejor al mundo: se los hace más parte de él.

Más información:
– http://www.asdra.org.ar/destacados/la-sexualidad-en-las-personas-con-discapacidad/
– https://www.webconsultas.com/mente-y-emociones/sexologia/sexualidad-en-personas-con-discapacidad-intelectual-14322
– http://www.sexorum.org/sexualidad-y-discapacidad-intelectual/
https://link.springer.com/journal/11195
– http://www.sexualityanddisability.org/
– https://www.disabled-world.com/disability/sexuality/

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