Preocupado por estas estadísticas, el profesor de Pediatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington con sede en St. Louis Mark J. Manary hace casi 20 años pergeñó un alimento en base a la popular en los EE.UU. mantequilla de maní, fortificada con micronutrientes (fundamentalmente leche, aceites vegetales y azúcar), con lo cual se logra restablecer el cuerpo y su masa muscular, con resultados que alcanzaban entre el 85 y el 90%, aunque ello no repercutía respecto de los problemas cognitivos.
Es por eso que entre octubre de 2017 y diciembre de 2020 llevó a cabo un experimento nutricional en 28 clínicas de Malawi, en África, que involucró a 2.565 niños con edades de 6 meses a 5 años.
A su fórmula anterior le agregó un ácido graso omega-3 denominado docosahexaenoico y se redujo otro de tipo 6, conocido como linoleico.
A través de un doble ciego, se dividieron los voluntarios en tres grupos: los que recibieron la versión original del alimento, otra con incremento de omega-3 y sin reducción del 6 y el tercero en el que se aumentaba el 3 y se reducía el 6.
Los de la primera división no experimentaron mejoras cognitivas significativas, mientras que los del segundo grupo sí mostraron mejoría, aunque quedaron, en promedio, unos 10 puntos por debajo del coeficiente intelectual medio, mientras que aquellos que recibieron la fórmula completa fueron los de mejor resultado, ya que evidenciaron un avance del 22% superior al de los que integraron la cohorte intermedia.
El estudio, publicado en The American Journal of Clinical Nutrition (https://doi. org/10.1093/ajcn/nqab363), sugiere que la reducción del omega-6 junto con la adición del omega-3 en el alimento del Dr. Manary no solamente mejora los aspectos nutricionales sino que también hace lo propio respecto de la capacidad intelectual. Los investigadores esperan que la Organización Mundial de la Salud apruebe su fórmula para intentar revertir uno de los tantos efectos nocivos de la desnutrición, como es la discapacidad cognitiva.