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Afasia: problemas para comprender, hablar, leer y escribir

La Afasia es un problema muy extendido en el mundo, ya que afecta a 1 de cada 250 personas en forma global. Sus causas son variadas, aunque los ACV son la principal. Suele presentarse de improviso (es la forma más frecuente), aunque también puede darse progresivamente. La rehabilitación es la mejor forma de tratamiento, sobre todo aquella que se emprende tempranamente, ya que no siempre pueden revertirse los efectos negativos completamente, pero sí es posible mejorar la calidad de vida con la intervención adecuada.

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Afasia: problemas para comprender, hablar, leer y escribir
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¿De qué se trata?
Lo primero que es necesario resaltar es que la Afasia no es una enfermedad en sí misma. No se trata ni de un microorganismo que la provoca, ni de una mutación genética, ni de una otra forma patológica, sino que es una afectación secundaria, consecuencia de una lesión que compromete la zona del lenguaje en el cerebro.
Como derivación de ello, se la define como un trastorno del lenguaje que dificulta leer, escribir y/o expresar aquello que se desea decir.
En general, la Afasia puede contraerse en cualquier etapa de la vida, aunque es mucho más frecuente que se presente a partir de la madurez.
Entre las causas más usuales que la producen se encuentran los accidentes cerebrovasculares, en sus dos formas, el ACV isquémico y el hemorrágico. El primero ocurre cuando uno o más vasos sanguíneos que irrigan el cerebro se bloquean a causa de un coágulo, sea por trombosis (estrechamiento de arteria próxima al cerebro) o por embolia (cuando el elemento que tapona se genera en otro lugar y se traslada hasta el cerebro). El segundo es consecuencia de que las paredes de alguna vía arterial se debilitan y se rompen, derramando sangre en el área. Ello ocurre de tres maneras: por formarse un aneurisma (área débil conduce a que se forme una protuberancia o una burbuja en el exterior), por malformaciones arteriovenosas usualmente congénitas o por una angiopatía cerebral amiloide, lo que refiere a que algunas proteínas de esa clase se acumulan en las paredes de las vías sanguíneas del cerebro y producen rupturas. Aproximadamente el 80% de los ACV son de tipo isquémico.
Las estimaciones globales son que ocurren cerca de 15 millones de accidentes cerebrovasculares anualmente en el mundo, uno cada 6 segundos, el 38% de los sobrevivientes de los mismos deriva en un cuadro de afasia.
Las otras formas que pueden producir estos problemas con la expresión y la comprensión son los tumores cerebrales (no importa si son malignos o benignos), infecciones, problemas que causen inflamaciones en el cerebro, lesiones en la cabeza, una serie de enfermedades cerebrales y algunas patologías neurológicas (Alzheimer, Esclerosis Lateral Amiotrófica, Parálisis Cerebral, Esclerosis Múltiple, Parkinson, Distrofia Muscular y otras).
Aunque no existen estadísticas oficiales, las estimaciones respecto a la incidencia de la Afasia son bastante coincidentes en todo el mundo.
Por ejemplo, se estima que en los EE.UU. cada año se producen 180.000 nuevos casos entre su población, de acuerdo con el Instituto Nacional de Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación (2015). Se calcula que para ese mismo año existía no menos de un millón de personas con tal condición en ese país, lo que implica a aproximadamente a una de cada 250 personas.
La Afasia siguiente a un ACV es más común entre los adultos mayores que en individuos de mediana edad. Solamente el 15% de los menores de 65 años experimentan un problema relativo tras su primer accidente cerebral, mientras que el porcentaje se eleva junto con la mayor edad, hasta llegar a 43% en los mayores de 85.
El sexo no tiene incidencia, ya que afecta por igual a varones que a mujeres, aunque existen investigaciones que brindan evidencia de que podrían existir diferencias al respecto en lo que hace al tipo y a la severidad según la condición sexual biológica. En ese sentido, la Afasia producto del compromiso del área de Wernicke y la global ocurren más usualmente en mujeres, mientras que la que afecta la zona de Broca es más frecuente en varones.
En Argentina se reportan 5.000 casos cada año, según la Fundación Argentina de Afasia “Charlotte Schwarz”. Un dato de distribución inexplicable, al menos hasta el presente, es que 1.850 de los mismos, siempre en forma aproximada, se verifican entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el conurbano. Se estima que conviven alrededor de 274.000 afásicos en todo nuestro territorio y que, tal como ocurre con el país del norte, 1 de cada 250 personas portaría Afasia dentro de nuestras fronteras.

Tipos de afasia
Los tipos están relacionados con la parte del cerebro afectada. Existen cuatro formas principales diferentes.
En primer término, citaremos la Afasia Expresiva, la que ocurre cuando un sujeto tiene claro lo que quiere decir, pero sufre de problemas para expresarlos en forma oral o escrita.
La denominada Afasia Receptiva es aquella en la cual está afectada la habilidad para leer y entender el lenguaje hablado. La persona ve un texto o escucha la voz de otro, pero no es capaz de entender lo que se le comunica.
La Afasia Global es la sumatoria de las dos anteriores, ya que la habilidad lingüística se encuentra severamente afectada, por lo que prácticamente la persona no puede hablar, escribir, entender o leer.
La Afasia Anómica es de tipo selectivo, ya que el individuo manifiesta problemas con la utilización adecuada de palabras referidas a determinados objetos, personas, lugares o eventos. La mayor parte de aquellas personas que presenten cuadros afásicos también lo harán respecto de la anomia.
Otra forma de caracterización implica dos áreas principales del cerebro que se han relacionado con el lenguaje, como son la de Wernicke, ubicada en el lóbulo temporal del hemisferio dominante (el izquierdo para los diestros y el derecho para los zurdos), y la de Broca, que se radica en el lóbulo frontal.
Cuando la Afasia se produce principalmente en la zona de Wernicke, se explica que se trata de una problemática más relacionada con la percepción, lo que implica inconvenientes para comprender el lenguaje hablado y/o escrito. Al mismo tiempo, la expresión oral puede ser fluida, con buen ritmo, pero las frases que se emiten no son entendibles del todo, sino que resultan incoherentes, con palabras no bien relacionadas entre sí. El emisor no tiene conciencia de que lo que está diciendo tiene poco o carece totalmente de sentido. Lesiones en esta parte comprometen de forma similar la escritura.
La de Broca produce más problemas expresivos. La persona entiende el significado de las palabras y sabe qué es lo que desea contestar, pero aparecen dificultades para hallar las palabras adecuadas. La emisión es forzada, lenta, con interrupciones, aunque continúan teniendo sentido para el hablante. El habla pierde el ritmo y la entonación es defectuosa. A su vez se manifiestan dificultades para repetir enunciados. Los mismos inconvenientes suelen presentarse a la hora de escribir.
Otra forma de conceptualizarla es recurriendo al grado en que la Afasia se presenta.
Desde esta perspectiva, se la categoriza como leve cuando la persona es capaz de mantener una conversación adecuada en la mayor parte de las circunstancias, existiendo algunos problemas cuando los mensajes sean largos o con cierto nivel de complejidad. Es posible que se presenten anomias para expresar algunas ideas o dar explicaciones.
La Afasia es grave cuando las posibilidades de comprensión se hallan muy deterioradas, e incluso llegándose a no entender lo que se le diga y/o los textos que se le presenten. Por otro lado, su capacidad expresiva se ve seriamente comprometida, al punto de no poder comunicarse a través de la oralidad o de la escritura. En todo caso, su expresión puede verse limitada a monosílabos o a frases usuales tales como saludos, agradecimientos y otras de uso cotidiano muy frecuente.
Quedan entre estos extremos todas las formas intermedias.
A su vez, la Afasia puede ser progresiva o repentina. En este último caso, la misma se produce, generalmente, por las lesiones traumáticas y por los ACV, irrumpiendo sin aviso en forma dramática. La forma progresiva se asocia principalmente con tumores, enfermedades e infecciones, que van dando signos leves, en principio, para continuar desarrollándose con el tiempo hasta producir compromisos más extremos.
En algunos casos se presentan episodios temporales de Afasia, lo que puede atribuirse a migrañas, convulsiones o accidentes isquémicos transitorios. Estos últimos ocurren cuando se produce un bloqueo temporal de breve duración del flujo sanguíneo hacia el cerebro. Si bien el problema se resuelve generalmente por sí mismo y sin dejar secuelas, quienes hayan sufrido un incidente de este tipo están expuestos a un mayor riesgo de padecer un ACV en el futuro.

Los síntomas
Como se expresó, en la mayor parte de los casos la aparición de los problemas es abrupta. Solamente en aquellos otros progresivos puede haber signos tempranos, pero por lo general se pasa de una normalidad total a un estado afásico sin noticia previa. A su vez, aquellas personas que ya han sufrido un ACV tiene mayor probabilidad de repetirlo.
Los síntomas son evidentes y pueden comprender hablar con frases cortas o incompletas; hacer alocuciones que carecen de sentido; sustituir palabras o sonidos por otros; crear palabras irreconocibles; mostrar evidencia de que no se comprende o se hace parcialmente lo que dicen otras personas; escribir oraciones sin sentido; olvidar las palabras que designan cosas, seres o situaciones; no poder seguir discursos de habla rápida, como los de las noticias en radio o TV o los de aquellos individuos con discurso acelerado; entre otros.
En algunos casos, la Afasia es la afectación principal a causa de la lesión, mientras que en otras oportunidades puede formar parte de todo un espectro clínico que reúne una serie de síntomas neurológicos, lo que es posible que comprenda trastornos motores, sensitivos y de otro tipo, como, por ejemplo, inconvenientes con el equilibrio, la postura o la motricidad gruesa, entre muchos otros, ya que es muy común que aquello que causa una lesión en las zonas que manejan el lenguaje se extienda a otras que rigen otras cuestiones, o viceversa.
También, como ya se indicó, los cuadros afásicos pueden resultar una consecuencia secundaria de enfermedades, infecciones y otros problemas que afectan al cerebro.

El diagnóstico
Si bien los síntomas son evidentes, lo que busca el diagnóstico es establecer el grado, la causa y la zona y la extensión de la afectación que permita seguir una línea terapéutica adecuada para cada sujeto, ya que, como sucede con prácticamente todas las condiciones mórbidas, la variedad y la intensidad de los signos es distinta en cada persona.
Si bien los primeros pasos diagnósticos es posible que los realice un médico clínico, lo más frecuente es que la detección final esté a cargo de un patólogo del habla y del lenguaje, aunque también suelen participar otros profesionales como, por ejemplo, neurólogos, neuropsicólogos y otros.
Para el diagnóstico final deben explorarse distintas áreas, fundamentalmente:
– El habla, lo que incluye la facilidad y la fluencia de la expresión oral, así como el timbre de la voz y su volumen. La claridad expresiva, la fuerza y la coordinación de los músculos que intervienen en la fonación (fundamentalmente, lengua y labios) también son medidos, sobre todo para descartar afecciones de tipo muscular que puedan estar produciendo problemas similares.
– La comprensión incluye también la semántica (qué se entiende y la utilización del vocabulario) y la sintaxis, es decir, la forma en que se articulan las partes del discurso. También se evalúa la capacidad para responder tanto a preguntas simples de respuesta acotada a sí o no como, por ejemplo, el propio nombre de la persona, como a otras de mayor complejidad, como las referidas a cómo se utiliza determinado instrumento o útil o los pasos necesarios para trasladarse de un lugar a otro. El testeo de la capacidad comprensiva incluye formas del discurso más prolongadas, para lo cual se recurre a leerle un cuento o una historia al paciente y se le requiere que conteste preguntas relacionadas con el texto, sean de tipo fáctico (directamente constantes en el relato) o deductivo (conclusiones no presentes palmariamente en la exposición misma).
Al mismo tiempo, se observará la capacidad del sujeto de seguir instrucciones dadas oralmente que tienen distinto grado de complejidad. Otro aspecto a ponderar es la capacidad narrativa del individuo, lo que suele realzarse en forma oral y también por escrito.
– La expresión se mide a través de preguntas para estimar si la persona es capaz de indicar los pasos necesarios para completar una tarea determinada o puede narrar algún suceso que contenga una secuencia de acciones. Lo mismo ocurre respecto de describir la trama de una imagen en la cual transcurre una acción. También se evalúa la coherencia de su narración y si es fácil de entender o no, así como si encuentra las palabras adecuadas para lo que quiere decir y si su expresión se basa en oraciones completas, si son telegráficas o a través de frases y palabras sueltas.
– La comunicación social es otra de las áreas a ponderar. Respecto de la misma, se sopesa el lenguaje pragmático; la capacidad de comprensión del lenguaje simbólico o metafórico y el absurdo en narraciones o imágenes que muestren contradicción (alguien con traje de buzo en el desierto, por ejemplo); si puede iniciar conversaciones, respetar turnos, expresando las ideas con claridad y con un correcto uso del lenguaje; si puede reformular y aclarar su discurso cuando su interlocutor no entiende lo dicho; etc.
Una vez que se establece la existencia de un caso de Afasia, se busca determinar la causa. Como la más frecuente se debe a los ACV y a otras formas que dejan rastro, corrientemente se recurre a la toma de imágenes cerebrales a través de resonancia magnética o tomografía computada para establecer dónde se encuentra la lesión y la extensión de la misma.

Tratamiento
Si bien en algunos pacientes los signos remiten en forma espontánea, lo más frecuente es que la calidad de vida de la persona se halle afectada, ya que los problemas para comunicarse interfieren en los diversos ámbitos en que se desarrolla la existencia de los individuos.
Raramente la condición es totalmente reversible a través de medicamentos, aunque se traten aquellos casos susceptibles de ser medicados (por ejemplo, drogas para la reducción tumoral) con lo que, al menos, se impide un mayor deterioro y puedan utilizarse fármacos que mejoren el funcionamiento cerebral.
Lo que tiene mejores efectos es el tratamiento rehabilitatorio, que se basa en una capacidad del cerebro denominada plasticidad neuronal, que permite que, ante la muerte de determinada clase de neuronas, otras puedan cumplir su función en buena parte mediante el entrenamiento adecuado, cuya eficacia depende mayormente de la edad. Por ejemplo, aquellos niños menores de 8 años tienen un mejor pronóstico y pueden recuperar casi completamente el lenguaje aunque el daño en su cerebro sea muy extenso. En los que superen ese límite, la mayor parte de la recuperación se verifica en los primeros tres meses después de la eclosión del episodio que produjo la Afasia, lo que habla de la importancia de la intervención temprana.
La mejoría depende de la extensión del daño, de su ubicación y de la causa, por lo que cada intervención debe ser personalizada. Un buen número de individuos logra restablecer en buena medida su capacidad de comunicación a través de la Logopedia, mientras que otros se beneficiarán de ayudas de tipo tecnológico, basadas en sistemas computacionales y otras alternativas disponibles, como libros con imágenes.

Conclusiones
Si bien en muchos casos los problemas que conducen a la Afasia no pueden prevenirse, una vida sana reduce el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular, al tiempo que la utilización de cascos, cuando son necesarios, y otras medidas de seguridad ayudan para que los accidentes no aumenten la probabilidad de su ocurrencia.
En lo que respecta a la rehabilitación, la voluntad del paciente juega un rol preponderante, así como el apoyo que logre de parte de sus afectos.

Fuentes:
– https://fundafasia.org.ar/
– http://www.aphasiapathway.com.au/?name=About-aphasia
– https://www.aphasia.org/aphasia-resources/aphasia-statistics/
– https://www.fleni.org.ar/patologias-tratamientos/afasia/
– https://www.asha.org/practice-portal/clinical-topics/aphasia/#collapse_1
– https://www.aphasia.org/aphasia-definitions/
– https://www.sciencedirect.com/topics/medicine-and-dentistry/aphasia
– https://www.asha.org/public/speech/spanish/la-afasia/
– https://www.msdmanuals.com/es-ar/hogar/enfermedades-cerebrales,-medulares-y-nerviosas /disfunci%C3%B3n-cerebral/afasia
– https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/aphasia/symptoms-causes/syc-20 369518
– https://espanol.ninds.nih.gov/es/trastornos/afasia
– https://medlineplus.gov/spanish/aphasia.html

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